El sutil arte de la Legeremancia

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Miércoles 10 de agosto de 1994.

Reino Unido.

Ottery St. Catchpole, Devon, Inglaterra.

La madriguera.

8:00 am

Harry movió su varita con total calma y, en instantes, los platos volaban por el comedor para ponerse en sus posiciones de la mesa. La señora Weasley caminaba con las ollas en sus manos, calientes y con comida recién hecha. Toda la familia Weasley ayudaba poniendo cubiertos, arreglando el mantel, trayendo sillas adicionales o barriendo el suelo.

- Harry, querido, no necesitabas molestarte, pudimos haber arreglado nosotros la mesa – La señora Weasley expresó mientras dejaba la olla en la mesa. Harry solamente le sonrió, movió una vez más su varita, haciendo ondear ligeramente su capa de viaje negra que usaba encima de una camisa lisa verde, el pantalón del chico era negro junto a sus zapatos, además de destacar la funda de piel que usaba en su pierna para su varita. Era una ropa algo más casual de la que solía usar, dada la naturaleza de un simple desayuno, por lo mismo su bastón, traje y varitas adicionales, además de la de saúco que descansaba en su pierna contraria en la otra funda, habían permanecido en casa – Soy un invitado, lo más cortés es ayudar – La mujer sonrió y fue por la siguiente olla caliente.

En poco tiempo todo estuvo servido y más gente, para alegría de la matriarca Weasley, llegó al desayuno, entre los que destacó la llegada de Dumbledore, quien vestía sus túnicas azules de un tono algo más oscuro del usual. El director les sonrió a todos y tomó asiento tras ser jalado por Molly, quien insistía que sería descortés hacer ayudar en la cocina a un mago de más de un siglo de antigüedad. Harry no pudo evitar reírse y llamar al director "pieza histórica de museo", ganando una sonrisa divertida del director y un leve regaño avergonzado de Molly.

- Es un placer verlos a todos aquí – Dijo Dumbledore con una sonrisa mientras se ponía de pie para recibir a Sirius, quien usaba su traje usual y sonreía ladinamente. – Es bueno ver que, en momentos de oscuridad, todavía queda tiempo de apreciar las más alegres luces – El hombre sonrió y volvió a su silla, Sirius quedando al lado suyo, a su derecha, y Harry a la derecha del propio Sirius, con Ginny quedando en el sitio siguiente. Molly y Arthur tomaron los extremos de la mesa, con Percy, Ron, Charlie, Bill y los gemelos al lado opuesto del de Harry.

El siguiente en llegar fue Severus Snape, quien le dio una mirada rápida a Harry antes de tomar asiento al otro lado del director, siendo seguido por Remus, quien, para mueca del mago de Slytherin, tomó asiento a un lado suyo. Los últimos en llegar fueron Nymphadora Tonks y Minerva McGonagall, quienes se disculparon por la tardanza, tomando los dos asientos rápidamente, McGonagall al lado de Remus y Tonks al lado de los gemelos.

Harry sonrió y tomó sus cubiertos. – Gracias por la invitación, señora Weasley, siempre es un placer probar una cocina tan exquisita –

- No hay de que, muchacho, has hecho mucho por todos últimamente – Se adelantó a responder el señor Weasley de forma apacible.

Harry desestimó todo con una mano. – Solo lo que se encuentra en las posibilidades, realmente espero poder adelantar algunas cosas, algunos planes, tengo todo listo y necesitamos cambios de este tipo – El mago tenebroso tomó lentamente la taza de café en la mesa, tomando un sorbo y esperando las siguientes palabras.

- Has invertido mucho... En el ministerio bastante, además del proyecto de los Hit Wizards, oficiales y aurores. Te sorprendería la cantidad de gente que te idolatra ahora, especialmente el departamento de aplicación de la ley mágica.... Más a los que les cumpliste su sueño de ingresar al cuerpo de aurores. – Mencionó Remus recordando ligeramente su tiempo en la oficina, cuando no se encontraba directamente al lado de la ministra.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora