La recompensa

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Viernes 16 de octubre de 1992.

Ministerio de Magia.

Primer piso.

Oficina del ministro de magia.

Harry estaba bastante calmado, se encontraba actualmente sentado en una de las sillas del escritorio del ministro, Dumbledore estaba sentado en una silla al lado suya y ambos bebían calmadamente de una taza, Harry bebía chocolate, y por su parte, Dumbledore tomaba un sorbete de limón.

Ese hecho solamente ponía de los nervios al ministro de magia, Cornelios Fudge, quien parecía querer desmayarse dado todo lo aprendido ese día, desde el regreso de Voldemort, pasando por la batalla de la mansión de los Nott, y finalizando en la trampa que aseguró la captura del mago tenebroso.

- eso es todo, Cornelius, solamente esperamos a una respuesta de tu parte – Dijo con calma Dumbledore, él ya podía sentirse más relajado con Voldemort derrotado, solamente faltaba el juicio del mismo y destruir los horrocruxes para finalmente librarse del señor oscuro.

- ya veo, Albus, pero dime, ¿no sería más fácil ejecutarlo sin un juicio?, ya todos sabemos lo que hizo, y si el día de mañana simplemente decimos que sigue vivo se desatara un gran caos, es buscarse problemas innecesarios, creo que lo mejor es que no se sepa del regreso de Voldemort – Afirmó el ministro preocupado, su puesto ya de por sí peligraba con lo sucedido con Grindelwald, pero si ahora también se revela que Voldemort resucitó en sus narices sin que se diera cuenta, bueno, eso era un despido seguro.

Harry y Dumbledore se quedaron calmados, ambos sabían que quería el ministro, pero claramente estaban en desacuerdo, aunque antes de poder expresar sus opiniones, una voz molesta y chillona habló primero.

- El respetable primer ministro tiene razón, nadie debe saber que "quien tú ya sabes" regresó, es innecesario, podemos darles muchos galeones y nadie vuelve a hablar de esto – Dijo lo que Harry había asumido era un sapo rosado con la capacidad de hablar.

Bueno, el sapo le caería mejor a Harry que esta tal; Dolores Umbridge.

- bueno, con todo respeto, Madame... ¿Untiche?, lo que sucede es que el alma de Tom está seriamente fragmentada, mientras sus fragmentos escondidos no sean destruidos, él no puede morir – Empezó a explicar Harry solamente para ser interrumpido por una ligera tos.

- es Umbridge, Señor Potter – Dijo algo fastidiada la subsecretaria del ministro de magia, aunque trataba de no demostrar su enojo, no le convenía fastidiar a quien, con una inusual estrategia y su propio poder, había conseguido inhabilitar a Lord Voldemort.

- de acuerdo, mil disculpas, madame... ¿umbrela?, el punto es que... - Harry que hablaba con una inocente sonrisa fue vuelto a interrumpir, esta vez con una tos más sonora.

- es madame Umbridge, Señor Potter, le pido un poco más de respeto – Dijo la bruja con cara de sapo fastidiada.

Harry le sonrió inocentemente y contestó. – de acuerdo, madame ungrish, si quiere hablar de respeto, pues hablemos de respeto, en primera instancia estas interrumpiéndome mientras hablo con el ministro de magia, en segunda, estamos hablando del mago oscuro más terrible hasta la fecha, mientras que tú solo estas quejándote sin aportar nada, y en tercera, ya es una gran falta de respeto el venir a una reunión tan importante estando tan espantosamente vestida, esos anillos no quedan con alguien de tan baja categoría, y mucho menos combinan con ese cáncer visual que llamas; vestido rosa - mencionó Harry calmadamente mientras dejaba su taza en el escritorio.

- así que hazle un favor a la humanidad, y cierra la boca – Finalizó tajantemente Harry.

Dumbledore suspiró, comprendía el enojo del chico, ambos conocían bien a la bruja y sus posturas en el Wizengamot, él mismo tampoco apreciaba a la bruja, aunque el insulto se sintió algo gratuito, aunque quizás ambos habían convivido antes, de ser así quizás por eso tanta ira en la voz del muchacho.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora