El ritual

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Viernes 25 de septiembre de 1992.

Casa de Harry Potter.

Laboratorio.

Luna estaba agotada, Harry había sido realmente exigente en sus entrenamientos de duelo, principalmente él le enseñó a usar sus fortalezas en combate, eso la hizo mejorar rápido en poco tiempo, aunque siendo justos había una ligera trampa ahí.

Harry había empezado a emplear el giratiempo de manera que ellos podían estar en varios lugares a la vez, aprendiendo varias cosas diferentes al mismo tiempo, lo que pudo ser un día de estudio, Harry lo convirtió en un mes entero.

Ella había mejorado muchísimo, habían pasado dos semanas desde el inicio de su entrenamiento usando el giratiempo, pero para ella fueron básicamente un año y dos meses, un año y dos meses de los más rudos entrenamientos que a Harry se le pudieron ocurrir, eso fue más de un ciclo escolar entero de puro entrenamiento, y Luna estaba segura de que, si por Harry fuera, sería más tiempo, pero ella todavía no podría seguir ese ritmo.

No el ritmo de un monstruo como él.

Bueno, al menos no podía quejarse de la efectividad de las clases de Harry, eran sumamente efectivas, principalmente se habían centrado en tres áreas donde había demostrado mucho talento, los encantamientos, las barreras, y, sorprendentemente, la magia curativa.

Harry estaba muy bien versado en cada una, pero había algunas cosas que no sabía de la magia curativa que no implicara lo más básico, lo relacionado a las pociones, o las artes oscuras usadas como método de sanación, por lo mismo él también la acompañaba en esos estudios buscando mejorar a la par que enseñaba.

Y el giratiempo era la herramienta perfecta para ese propósito.

Todas las enseñanzas de Harry venían con un entrenamiento adicional en duelo, magia marcial y defensiva, y muy poco, solamente lo elemental; de las artes oscuras, pues, al parecer, Harry asimiló el hecho de que ella no tenía ninguna aptitud en esa área, por lo que priorizarla sería una pérdida de tiempo, potencial y recursos.

Era simple lógica, lógica que buscaba destacar su mayor potencial y poder.

Potencial y poder, eran palabras curiosas, palabras que definían a la perfección al mago oscuro de nombre Harry Potter, un simple chico de 12 años, chico de 12 años capaz de barrer con varios aurores teniendo una mano atada a la espalda y los ojos vendados.

Era inaudito y curioso, él era una persona fuerte, muy fuerte, pero ¿de dónde veía esa fuerza?, esa era la incógnita de Luna.

Durante todo el entrenamiento ella tuvo suficiente tiempo para evaluar a su raro maestro, un chico a veces tan extraño como las criaturas en las que solamente ella creía, pero él, al igual que esas criaturas, al menos según ella, existían, formaban parte de la realidad, por ende, debían de comprenderse y estudiarse.

La opinión inicial de Luna fue contundente, Harry era su amigo, pero ella no dejaría de ser honesta por eso.

Harry a su primer parecer no era más que un pobre y sádico monstruo, alguien que no se conocía a sí mismo, y que no le importaba hacerlo, solamente destacaba una cosa de él, la que más le gustaba, su poder, era alguien que se moría por demostrar su conocimiento, su fuerza, su presencia, su astucia y su poder, todo eso era reflejado en el campo de batalla, se quería acrecentar a sí mismo burlándose de todo aquel que considerara como inferior, quienes eran básicamente todos, un simple psicópata del montón, solamente que mucho más poderoso y por ende, peligroso, alguien que solamente parecía encontrar satisfacción pasándole a los demás por encima.

Esa había sido su impresión de los primeros dos meses al menos, pero rápidamente cambiaría por otra más compleja, compleja como lo era el mago tenebroso a quien ahora servía.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora