Nothung

758 55 84
                                    

Hola, antes de iniciar el capítulo, quiero agradecerles por las 100k vistas :D

Como agradecimiento iniciaremos un pequeño maratón de 4 capítulos, todos subidos el mismo día.

Disfrútenlo.... junto a este hermoso dibujo, hecho por mi amada novia, para conmemorar este especial, espero disfruten de su arte tanto como yo, que, de hecho, me ha encantado tanto que adornará, como imagen de inicio, estos cuatro capítulos especiales.

:D

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

:D

__

Sábado 31 de octubre de 1992.

Colegio Hogwarts de magia y hechicería.

Oficina del director.

Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, hablando de su nombre completo, de no ser así, simplemente Albus, estaba anotando cosas en un libro; aquel ejemplar perdido de la magia tenebrosa, secretos de las artes más oscuras.

El director de Hogwarts había estado investigando en decenas de libros del tema en cuestión; magia oscura, para poder modificar con éxito aquel brazo de plata que retenía la fuerza de su antaño alumno, ahora profesor de su escuela. Ya habían pasado cuatro días, pero el proceso ya había empezado a dar, así sean pequeños, frutos. Ello principalmente por una causa; Nurmengard, siendo que aquella fortaleza era, verdaderamente, una joya de puro y mero conocimiento, almacenando por años todos los libros, pergaminos, manuscritos, y obras propias, del antaño Señor Tenebroso Grindelwald.

Albus nunca había intentado revisar, al menos no al fondo, los contenidos de aquellos tesoros, principalmente por miedo a una recaída en su búsqueda por el poder, o de ser tentado por las propias artes oscuras. Sin embargo, luego del escape de Grindelwald, Dumbledore se había encargado de mover todo ello a Hogwarts, con fin de que Gellert no lo tuviera para sí mismo, y se le dificultara poder transmitir eso a sus seguidores, siendo que, Albus pensaba, que en Hogwarts todo eso estaría más seguro.

Así que, aprovechando el poseer aquellos conocimientos ya casi perdidos, el director de Hogwarts había comenzado a investigar en dichos escritos, asimilando que los que había en la bibliotecas del castillo acerca de la magia negra sería insuficiente. La investigación empezaba, junto a sus conocimientos en la alquimia, a dar frutos, ya pudiendo utilizar, de forma parcial, un hechizo a través de una vara del encantado metal, aunque, solo siendo una de veinte centímetros, ya era un avance considerable tomando en cuenta que antes no salían ni chispas.

Ya solo faltaba terminar el proceso; descubriendo como transmitir aquella magia por un medio más alargado. Para ello ya tenía planeado realizar una segunda revisada a otro sitio, uno donde sabía, con certeza, se encontraba algo que bien podría alterar cualquier propiedad requería; la biblioteca de su maestro en alquimia, Nicolas Flamel.

El viejo alquimista había muerto hace poco tiempo, siendo que, sin la piedra filosofal, este no podía producir más elixir de la vida, y, aunque podría fabricar otra piedra, este prefirió simplemente dejarse morir, luego de una muy larga vida, para finalmente descansar, legando, en su lecho de muerte, toda su investigación a su último aprendiz con vida, quien confiaba no la usaría para fines incorrectos; Albus Dumbledore.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora