Perdida disfrazada de indiferencia

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Domingo 18 de octubre de 1992.

Europa.

Alemania.

Selva negra.

Templo antiguo.

El brazo de Harry manchaba el suelo bajo la mantícora, siendo que el señor oscuro no se retorcía al perder su extremidad, no gritaba en dolor por eso, más bien parecía anonadado de que algo así hubiera pasado, estaba demasiado sorprendido para hacer algo, pero la perdida de sangre constante lo hacían convulsionar de vez en vez.

- ¡Harry! – Escuchó el mago tenebroso salir de la boca de todos mientras se desplomaba al suelo, aunque afortunadamente fue atrapado por Luna antes de chocar de manera dolorosa, luego fue puesto en el suelo por la bruja que intentaba con su varita detener el flujo de sangre, todo mientras Daphne seguía inmóvil de la impresión, y sus otros dos amigos contenían como podían a la poderosa mantícora.

- La.. la.. la.. va.. va... ri.... ta – Dijo como pudo el mago entre convulsiones provocadas por la pérdida de sangre.

- ¡Harry ha perdido el brazo!, ¡Por Merlín!, ¡Luna, ayúdalo rápido! – Gritó Hermione mientras lanzaba poderosas maldiciones a la quimera, pero esta misma se limitaba a gruñir con sus tres cabezas, señal de una absoluta molestia, inclusive de algo de dolor, sin embargo, todavía demasiado lejos de quedar fuera de combate.

- Harry, yo..... – Daphne por su parte seguía paralizada por la situación, incapaz de decir algo, y con su mano herida seguía sin poder usar la varita, por más que la bruja intentara sostenerla en esos momentos para pelear también.

- ¡Luna, date prisa, no podemos solos con esta cosa! – Dijo fuertemente Draco de igual manera, mientras los molinetes de su varita intentaban hacer retroceder a la bestia.

Luna pareció escuchar ni a Harry, ni a Hermione, ni a Draco, ni a Daphne, pues estaba demasiada ocupada deteniendo el flujo de sangre, pues la herida no cerraba, simplemente la sangre salía como si proviniera de una manguera de alta presión, la cantidad ya era alarmante, y, lo que parecían ser residuos de magia negra, impedían cerrar rápidamente la herida.

- Luna... dame... la.. la.. vari... ta – Volvió a intentar decir el mago, pero no fue escuchado de nuevo, de todos modos Luna parecía no creer que pudiera salvarse a sí mismo en ese estado, no estaba en condiciones de usar la varita.

- Artus Argentum – Dijo Luna poniendo su varita en la herida, no podía detener el sangrado de manera convencional, así que probó otra alternativa, regenerar el miembro, o más bien crear un nevo brazo, uno hecho de plata.

Harry sintió el nuevo brazo formarse rápidamente, así que finalmente pudo respirar de manera normal, pero su mirada seguía perdida en el techo, sin reaccionar a nada en ese momento, y solamente atinó a decir. – Luna, dame la varita – Pidió nuevamente con un voz casi perdida en el flujo del aire. - ¡Luna, dame la maldita varita! – Repitió sin ser escuchado.

- Bombarda Máxima – Harry escuchó decir a Hermione, bruja que parecía ya estar algo más calmada, eso ya viendo que su amigo estaba, relativamente, fuera de peligro.

- Reducto – Atacó Draco igual mente, dirigiendo el hechizo siempre hacia donde la piel de la bestia se abría, mismas aperturas que generaban los ataques de la bruja.

Harry volteó a ver a Luna desde el suelo, la bruja ahora lanzaba sus propios hechizos hacía la vestía, y, dado que seguía sin hacerle caso de darle la varita, el mago dio un brinco, arrebatándole a Luna la varita de un solo movimiento, eso con su mano izquierda, luego se volvió en lo que parecía humo negro, voló recogiendo a los presentes llevándolos unos metros más atrás, aunque no pudo retroceder mucho dadas sus heridas recientes, pero había algo que sí podía hacer; acabar con esa bestia, así que rápidamente movió la varita de Luna y dio un grito. – ¡Protego diabólica!

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora