Domingo 18 de octubre de 1992.
Europa.
Alemania.
Selva negra.
Templo antiguo.
El potente y ensordecedor rugido aturdió a la bruja ligeramente, su cabeza retumbaba y sus pies tambaleaban, de hecho, casi había caído al frío suelo cuando se recompuso sosteniendo con fuerza su varita.
- Avada Kedavra - Lanzó la bruja en dirección del sonido.
La maldición verdosa y letal voló en dirección de aquel estruendo, pero un segundo rugido dio a entender que el productor del sonido seguía vivo, aunque el rugido ahora sonaba mucho más alto, realmente resonaba ira y molestia.
Daphne hizo un molinete con su varita en dirección al techo, provocando que este se quebrará y los escombros cayeran encima de la desconocida criatura, eso hizo pensar a la bruja que ya había ganado.
Que equivocada estaba.
La bestia lanzó por los aires los escombros sin dificultad, y cuando estos salieron volando Daphne finalmente pudo ver con claridad a la criatura.
Era una especie de quimera, pero no era en nada similar a las que la bruja había visto, no, claro que no, esas en su mayoría tenían partes de animales comunes, siendo su magia antigua y piel mejorada la que los protegía de los embates, pero con esta quimera era diferente.
La criatura estaba compuesta de solamente criaturas mágicas, cuya magia y piel especial los hacían invulnerables a muchos hechizos, y sumado eso al poder de una quimera, pues era simplemente aterrador.
Esa horripilante criatura era gigantesca, de hecho, casi no podía mantenerse de los ya de por sí grandes pasillos, siendo obligado a retraer sus alas debido a su tamaño, su tamaño era casi de cincuenta pies de largos desde la cola a la cabeza, su cuerpo era de un colacuerno húngaro al igual que su cabeza de en medio, porque tenía otras dos, la de la derecha de un Ridgeback noruego, y la de la izquierda de un bola de fuego chino, y su cola no fue menos mortal que las cabezas, ya que esta era de una mantícora, o más bien colas, ya que tenía dos iguales.
- Defodio - Dijo la chica apuntando su varita al suelo, y apenas ser dichas las palabras un agujero se abrió paso en el suelo dejando bajar a la bruja, bajando esta justo a tiempo para evitar una triple llamarada de fuego de la horripilante quimera.
- Por merlín, que fea es esa cosa - Dijo Daphne entre jadeos mientras continuaba su camino, pudo haber desaparecido, pero realmente no pensaba retroceder a inicio del camino.
La bruja rápidamente alzó su varita de nuevo. - reparo - Dijo con la misma velocidad que con la que se movía su varita, e inmediatamente se cerró el agujero para que la quimera no pasara.
- en estos momentos creo que hubiera sido bueno hacerle caso a Harry - Susurró la bruja mientras seguía su andar, el lugar era gigantesco, y sus pasillos parecían ser interminables, al parecer ese piso estaba en el subsuelo.
- a buscar algo que valga la pena - Dijo para sí misma la bruja mientras caminaba.
Los pasillos del lugar eran sencillos y casi lisos, sin contar el deterioro del tiempo, en sus paredes grisáceas y geométricos ladrillos. Cada paso era apenas un pequeño tramo de un pasillo con pinturas vacías y deterioradas, de puertas raídas que llevaban a habitaciones comunes bastante viejas, algunas con esqueletos humanos o sangre en ellas, posiblemente de antiguos seguidores del mago oscuro que ahí residió, pues no eran alguna clase de celda.
- parece el viaje no fue en balde, esto es realmente una mina de oro - Dijo felizmente la bruja cuando llegó al final que los interminables pasillos, donde se encontraba una estructura alta con muebles de madera, misma que curiosamente parecía en muy bien estado; eran estanterías; estaba en la biblioteca.
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Harry Potter: La luz que muere
FanfictionAlbus Percival Wulfric Brian Dumbledore era capaz de prever sucesos muy próximos o futuros, pero su mentalidad provocaba que se creyera incapaz de equivocarse, y que cuando lo supiera lo negara, en sus falsas esperanzas de ver lo mejor de los demás...