La capa, el futuro profesor y la bestia

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Lunes 29 de junio de 1992.

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Harry siempre había sido alguien gustoso por aprender, idear, inventar y trabajar, la palabra disciplina fue, aunque no muy recordada en sus palabras y carácter, indispensable en su forma de progresar.

La disciplina de Harry fue sin duda, un factor determinante en el poder que ahora ostentaba, sin embargo, su inteligencia, ingenio, astucia y talento fueron lo demás, no lo más importante, pero aún era relevante.

Un genio es 1% talento y 99% esfuerzo.

Aunque irónicamente, ese 1% de talento era también la causa de su excentricidad, misma excentricidad que a veces Daphne Greengrass era incapaz de comprender.

Harry era talentoso.

Pero a veces ese talento era usado para cosas...

Inusuales.

Daphne siempre supo eso, pero solo reforzaba esa idea al ver a su prometido experimentar con una capa, misma capa que compartía la apariencia de la del Doctor Strange en las futuras películas de Marvel, lo curioso es que faltaban décadas para esas películas.

Forma inusual de usar los poderes de predicción de Grindelwald.

¿Qué era lo peor del caso?

Pues que Harry ahora le sacaba el más absoluto provecho a un artefacto tan inservible a primera vista.

Harry ahora se enfocó en mejorar su poder bruto, para hacerlo confeccionó armaduras, capas. ropa o muros de distintos materiales que tenían fama de resistir el poder de la magia, materiales como la piel de dragón, la de mantícora, la de quimera o la plata de los duendes.

Ahora los poderes de Harry bastaban para encantar de impresionante manera la piel de casi cualquier criatura mágica, aunque cosas como las mantícoras y las quimeras aún necesitaban de sus más poderosas maldiciones para verse afectadas, lo mismo con la plata de los duendes.

Daphne suspiró, ya ni siquiera se molestaría en analizar las acciones de su prometido, usualmente por más extrañas que fueran seguían teniendo un fin, eso se lo demostró de nueva cuenta con su ahora prenda de vestir favorita.

Daphne negó con la cabeza mientras volvía a suspirar, al menos ese ingenio también servía en beneficio de ella y de sus dos amigos, más porque ahora Harry parecía querer intensificar sus entrenamientos.

Esto a ella le preocupaba un poco, más cuando vio cascaras pertenecientes a huevos de criaturas que ella desconocía regadas por su cuarto.

__

Harry caminaba por los pasillos de su amado colegio dirigiéndose a la oficina del director, ahora que estaba en su escuela una vez más no perdería la oportunidad de hablar con uno de los pocos genios a su nivel.

Harry sonreía al andar, incluso más de lo que usualmente lo hacía, más que nada porque ahora poseía la capa más fabulosa de todas.

Al menos en su opinión.

La capa era basada en la de Strange, por lo que no fue difícil asimilar que esta podía ayudar a su usuario a levitar o incluso a volar, además de ello podía moverse por cuenta propia, de hecho, la capa tenía una consciencia completa, esto Harry lo logró al experimentar con el alma de un viejo elfo doméstico que estaba a punto de morir.

Luego de mucho esfuerzo logró colocar su alma en la capa usando un proceso basado en el horrocrux, aunque sin cortar el alma de nadie.

Harry llegó enfrente de la gárgola que protegía la oficina del director. – pastel de chocolate – Dijo Harry para luego ingresar a la oficina del director.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora