El Cráneo cachimba

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Domingo 6 de septiembre de 1992.

Casa de Harry Potter.

Taller.

Luna veía el taller de Harry con mucha curiosidad, había varios estantes con cajas de varitas, todas tenían la inscripción "Potter" en letras doradas al frente de la caja, mismas que eran color rojo y cuyas etiquetas donde se escribió el nombre "Potter" eran negras.

Luna podía contabilizar al menos doscientas varitas en dichos estantes. También abundaban las mesas llenas de distintos materiales guardados en frascos, cajas, botellas, etc. Luna, de hecho, podía reconocer algunos de esos materiales, cuernos de serpiente cornuda, plumas de fénix, plumas del ave del trueno, fibras de corazón de dragón, pelo de unicornio, entre muchos otras que no reconocía.

A la vez en varios muebles había troncos o tablas de madera acumulados, y muchas herramientas caían en las mesas.

La chica rubia siguió a Harry hasta un borde en la habitación mientras observaba todo, especialmente parecía interesada en las cajas de las varitas cuando preguntó. - ¿Por qué todo tiene tu nombre si ya sabes que es tuyo? –

Harry simplemente sonrió antes de contestar. – en primera para que el taller se vea más genial, y en segunda, quiero formar una empresa de varitas nueva – Harry hizo una pausa antes de agregar con una ligera mueca.

- además no te confíes, a veces Daphne, Draco y Hermione se llevan cosas de mi laboratorio y taller con todo y nombre.... Hmp, ya no me respetan – Murmuró Harry ligeramente antes de negar con la cabeza, luego simplemente dirigió a Luna a uno de los bordes de la habitación.

En el borde de la habitación había lo que parecía ser una runa en el piso, misma donde Luna tuvo que sentarse, justamente en el medio del circulo. Una vez la chica estuvo ahí Harry colocó varios fragmentos de madera al borde del circulo y más al fondo varios núcleos.

Harry desenfundó su varita de pluma de fénix, la agitó en el aire formando la misma runa que había en el suelo, a continuación, pronunció unas palabras en voz baja. - idem ingrediens –

Apenas dichas las palabras todos los objetos del circulo empezaron a levitar alrededor de Luna, dieron varias vueltas cual sistema solar y luego todos menos dos cayeron al suelo, los dos que se quedaron en el aire fueron tomados por Harry, quien al instante comenzó con la construcción de la varita.

Harry tomó sus herramientas y comenzó a tallar la madera en sus manos, mientras tallaba la futura varita Harry se puso a reflexionar, el ritual anterior era una forma rápida de tomar los ingredientes correctos para una varita que se crea para cierto dueño, se crea una varita que evidentemente escogerá como amo a la persona del ritual, sin embargo, no era algo fácil ni barato.

El circulo rúnico era sumamente complejo y debía hacerse son una tinta especial, no cualquier tinta, sino una imbuida de polvo de varias piedras extrañas, todas con propiedades de conducción mágica, además el ritual identificaba los materiales creando un enlace mágico con el futuro usuario, para esto usaba la magia de los demás materiales, dejándolos inservibles al final del ritual.

Harry sacó su varita y con su habilidad en transfiguración terminó los últimos detalles del mango, realmente el chico se sentía orgulloso de su creación, era perfecta para sus planes, y a la vez, perfecta para Luna.

La varita media 28 cm y medio de largo, era, al igual que la anterior varita de Luna, altamente flexible, su madera era de nogal negro, madera buena para los encantamientos, e increíblemente afín a los dueños sinceros, aquellos que no tenían miedo de ser ellos mismos, y que, a la vez, podían desarrollar gran habilidad en los encantamientos.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora