Viernes 16 de octubre de 1992.
Mansión Nott.
Voldemort vio con cautela al oponente frente de él, Grindelwald era considerado más débil que él, sin embargo, una cosa era lo que se cree y otra era la realidad, el señor oscuro no dudaba de su propio poder, pero sabía que con un oponente así se debe tener cautela, por lo mismo inició el combate empleando la maldición asesina.
Grindelwald alzó su propia varita conjurando una pared de piedra desde el suelo, la maldición impactó con el muro desquebrajándolo, aun así la maldición no logró penetrar la pared.
Voldemort lanzó una maldición explosiva hacia la pared destruyéndola, al caer el muro Tom pudo percatarse de que Grindelwald ya no estaba ahí
Gellert había evitado el embate y se había aparecido detrás del señor tenebroso, alzó su varita original y con un latigazo de fuego inmovilizó a Voldemort.
Grindelwald sonrió con algo de sorna mientras preparaba su varita con fin de rematar a Voldemort, la varita de Gellert era, afortunadamente, su varita original, bonita, flexible, treinta y dos centímetros de largo, madera de tejo y fibras de nervios de corazón de dragón como núcleo, una varita perfecta para el experto duelista que era el mago tenebroso, una varita que asesinó a mucha gente antes de que Grindelwald portara la legendaria reliquia de la muerte, y al parecer hoy también se cobraría la vida de un señor oscuro.
Voldemort entrecerró los ojos ante la arrogancia de su enemigo, vio volar la maldición asesina a su dirección, sin embargo, él, el mago tenebroso más grande de todos, no perecería ante un truco tan barato.
Todos los expectantes peleadores vieron como el látigo de fuego se convertía en una serpiente llameante, que, apenas emergió, se tragó la maldición de Grindelwald e intentó engullirlo en sus fauces.
Grindelwald rodó por el suelo esquivando la serpiente, luego alzó su varita al aire para convocar un escombro y bloquear una maldición asesina de Voldemort, un tercer movimiento del mago encerró a la serpiente junto con su amo en una tormenta de arena, la serpiente desapareció debido al aire y la tierra, pero Tom no era tan fácil de sacar del juego.
Lord Voldemort movió su varita y todo el ambiente a su alrededor pareció sofocarse de calor, la tormenta de arena se detuvo en el aire sin dejar caer la tierra, misma que luego se convirtió en vidrio, vidrio que formó estacas y volaron intentando empalar a Grindelwald.
Al mismo tiempo una maldición negra fue lanzada de la varita de Tom como un ligero remate. Grindelwald vio esto y transformó en agua las estacas en el aire, la maldición fue bloqueada convocando varías aves, mismas que se chamuscaron volviéndose en carbón al recibir la mortífera maldición.
Grindelwald contratacó con un hechizo que provocó que varios rayos recorrieran el suelo alzando las piedras, al llegar a Voldemort los rayos fueron redirigidos hacia su convocador, quien los dirigió al cielo con un movimiento firme de su varita.
Voldemort se tambaleó ligeramente al bloquear con protego varios hechizos consecutivos de Grindelwald, quien había conseguido llevarlo a la defensiva.
Tom sabía ese hecho y decidió que el combate no podría seguir así. El señor tenebroso realizó un hechizo de luz morada muy oscura que voló en dirección a Gellert, Grindelwald al verlo sintió el poder de esa maldición y conjuró un escudo plateado que uso para reflejar el mortífero hechizo en otra dirección.
Gellert vio como su escudo de destruía por la acción anterior, por lo mismo agradeció internamente no haber intentado detener el ataque con roca o escombro, aunque el mero hecho de no recibir el ataque ya era bueno, confirmado por el pobre diablo que recibió el ataque, seguidor suyo que ahora se retorcía de dolor en su pecho, mismo que fue descubierto al ser destruido su chaleco, eso dejando ver que ahora todo su torso parecía negro, básicamente marchito, Gellert a la vez vio como luego de un minuto el hombre caía muerto al suelo.
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Harry Potter: La luz que muere
FanfictionAlbus Percival Wulfric Brian Dumbledore era capaz de prever sucesos muy próximos o futuros, pero su mentalidad provocaba que se creyera incapaz de equivocarse, y que cuando lo supiera lo negara, en sus falsas esperanzas de ver lo mejor de los demás...