Martes 24 de diciembre de 1991.
Colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Sala de los menesteres.
Por quinta vez ese día Daphne vio como su varita era arrancada de su mano violentamente por el hechizo ofensivo de su oponente quien la miraba de manera calmada, para Daphne siempre fue fácil observar que a Harry los rasgos de la serenidad llegaban sin esfuerzo mientras el poder de su magia fluía a su varita con facilidad.
Misma serenidad que siempre era vista en las facciones del heredero Potter cuando combatía contra ellos, rasgo acompañado por el poco esfuerzo que empleaba para incapacitar a cualquiera de los que lo desafiaron en esa pista de duelo.
Aquella facilidad absurda con la que su oponente se alzaba con la victoria solía molestar un poco a la Greengrass, nunca en su vida había sido vencida en cualquier cosa con tan poco esfuerzo, claro ella no fue lo suficientemente arrogante para pensar de sí misma como invencible, pero conocía bien su propia capacidad como mayor a la de sus semejantes, al fin y al cabo siempre se esperó eso de ella, siendo tan preparada por sus padres desde pequeña ¿Cómo era posible que aquel mago la destruyera en casi todos los sentidos?
Esa no era una pregunta que ella pudiera contestar, sin embargo, tampoco era la que se formulaba en su cabeza en estos momentos, sino más bien se preguntaba el motivo de la aparente preocupación bien escondida de parte del joven Potter, como si estuviera ocultando algo que sabía que tarde o temprano tenía que decir.
Esa sensación fue solo evidente para Daphne, pues ni Draco ni Hermione parecían notar ese hecho y se limitaron a acatar el siempre complicado adiestramiento de Harry.
La chica decidió dejar por el momento esos pensamientos de lado mientras se ponía de pie con ayuda de Harry, que le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, limpiándose el polvo de la ropa y recogiendo su varita del suelo, y al hacerlo observó como Harry guardaba su varita en demostración de la finalización de la clase del día dando su consiguiente discurso de despedida, una vez hecho eso Draco y Hermione se retiraron mientras Daphne estaba a punto de hacer lo mismo hasta que la mano de Harry en su hombro la detuvo.
- Lamento molestar Daphne, pero hay algunas cosas que quiero mostrarte –
Daphne asintió mientras el permanente semblante frío que adornaba sus aristocráticas facciones dejaba su rostro, remplazándolo por la simple tranquilidad propia de la despreocupación.
__
Para Daphne siempre fue revelador el convivir con el heredero Potter, no solo fue un mago espléndidamente talentoso, sino que también fue simplemente una compañía agradable en más de un aspecto.
Como profesor fue alguien grandioso digno del mejor de los educadores que ella hubiera conocido, y de manera más personal una de las pocas personas con las que podía relajarse realmente sin temor a ser juzgada de alguna manera por su persona o viviendo la constante presión del resto de sus conocidos.
No Harry no era así, era simplemente tranquilo, alguien dispuesto a escuchar y por supuesto contaba con sus propios temas para conversar siendo todo lo que él conocía, sin embargo, siempre hubo algo que molesto un poco a la heredera, aquel siempre presente tono formal.
Ese tono que el Potter uso para conversar nunca se diferenció mucho al que un político usaría para su discurso, el tono con que cualquier negociador buscaba convencer a alguien, un tono que le molestaba, era seguro que este tenía su utilidad, pero su molestia no vino por el desconocimiento de eso, más bien venía del hecho de que el mismo también se empleó cuando ambos estaban solos, ¿motivo? Daphne no lo sabía, ella no veía la necesidad de su uso más allá de recordarle dolorosamente a la forma de su padre para expresarse.
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Harry Potter: La luz que muere
FanfictionAlbus Percival Wulfric Brian Dumbledore era capaz de prever sucesos muy próximos o futuros, pero su mentalidad provocaba que se creyera incapaz de equivocarse, y que cuando lo supiera lo negara, en sus falsas esperanzas de ver lo mejor de los demás...