Sábado 31 de octubre de 1992.
Noroeste de Inglaterra.
Casa de Harry Potter.
Daphne caminaba de forma tambaleante hasta la habitación que compartía con su prometido, lágrimas secas adornabas su pálido rostro, a la vez que las más recientes caían al suelo; las palabras de Grindelwald la habían sacudido de formas que no creía siquiera posibles.
La bruja negó con la cabeza tratando de negar todo lo que había escuchado, pero eso no era posible, eran ahora temores demasiado arraigados a la mente, dando espasmos en su pecho mientras dolorosamente apretaban el corazón de la chica, complicándole el respirar.
La preocupación aumentaba cada segundo que avanzaba en el reloj del cuarto, incrementando aquel dolor fantasma en la bruja tenebrosa. Ella era, en esos instantes, incapaz de diferenciar las palabras del antes seños oscuro de las que estarían en la mente de su prometido; la historia se lo impedía.
Ningún Señor Oscuro había amado verdaderamente a nadie.
Jadeos salían de su boca mientas intentaba controlar su agitada e irregular, respiración, sus pulmones parecían a nada de colapsar por el esfuerzo de siquiera seguir suministrando oxígeno al cuerpo, era dolorosamente apropiado dada la situación, un dolor fantasma que la castigaba por sus acciones, por su error; fallarle a su señor.
Sí, fallarle al señor oscuro, a su prometido, no, a su maestro. No es como que ella fuera en su mente algo más que una súbdita más, una acolita con algo de valor, solo eso. Aunque, siendo justos, dudaba ser eso siquiera ahora mismo.
¿Era todo esto una señal del universo acaso?, ¿una forma tragicómica del mundo para dictarle el poco valor que tenía en el todo?, eso era lo que parecía, siempre todo relacionado a Harry, siempre con él, el más grande de los magos actualmente, aquel que cambiaría el mundo, alguien que parecía tan inalcanzable ahora mismo, una figura intocable para alguien que no había conseguido nada en todo ese tiempo, incluso cuando el mago le daba predilección.
Sí, ella, una mujer que había tenido cada oportunidad en bandeja de plata, no había conseguido nada todavía, era poderosa, claro que sí, pero incluso su poder palidecía ante las cualidades de otros magos y brujas con menos oportunidades que ella; como el de Hermione.
Hermione, ese nombre había provocado que se le revolviera el estómago por unos instantes, pero, tratando de ignorar eso, siguió su línea de pensamientos.
Ella había sido una bruja talentosa desde muy joven; mostrando sus talentos, principalmente al menos, el la magia negra, aquel prohibido arte que tanto apreciaba su familia, una casta antes perteneciente a los mortífagos, simplemente con tantas relaciones oscuras en el pasado que era imposible que su propia sangre no trajera consigo esos poderes, pero, evidentemente, algunos poseían más afinidad que otros, aunque siempre se esperaba el mayor talento en el primogénito o primogénita de la familia.
Y ella no decepcionó.
El talento de ella en la magia era inaudito, "más grande que el de cualquier Greengrass del pasado", eso había dicho su padre, "tu poder es único, debe ser utilizado, no te límites, vas a ser la maga más grande de toda la historia", su madre decía a continuación, sí, eso era usualmente, cuando todo estaba calmado, pero no cuando estaba practicando y no lograba algo, era algo común; ella era solo una niña en ese entonces, quizás todavía lo era en el fondo, asustada de decepcionar a esa figura que era su padre, encogida cuando él le gritaba que no se esforzaba lo suficiente, dolida cuando le decían que lo estaba decepcionando.
Dolor, frialdad, indiferencia, exigencia, búsqueda de la grandeza, de eso había estado plagada toda su vida, esperando a complacer a su progenitor, esperando que él por una vez mostrara orgullo, eso la impulsaba antes, antes de rendirse en buscar su aprobación, cuando supo que era imposible obtenerla, sí, eso ocurrió tarde o temprano, pero antes de ello se había determinado a ser lo que pensaba enorgullecería más a su padre, darle el conocimiento de que ella podía lograr cosas que ni siquiera él había conseguido; algo como ser la próxima maga tenebrosa en alzarse al poder, que la maga más poderosa de la historia fuera ella, alguien de la familia Greengrass.
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Harry Potter: La luz que muere
FanfictionAlbus Percival Wulfric Brian Dumbledore era capaz de prever sucesos muy próximos o futuros, pero su mentalidad provocaba que se creyera incapaz de equivocarse, y que cuando lo supiera lo negara, en sus falsas esperanzas de ver lo mejor de los demás...