Nimbus 2001

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Lunes 26 de octubre de 1992.

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Sala de defensa contra las artes oscuras.

Hermione tenía su varita apuntaba en frente de un escombro, este mismo parecía estar hecho de piedra, pero la misma estaba cubierta de lo que parecían ser runas, mismas que estaban diseñadas para hacer un objetos más resistente a la magia o los encantamientos externos. Esas runas solían ser usadas en prisiones, pero estaban ocultas.

"Vamos, puedes hacer esto". Se dijo a sí misma Hermione mientras dirigía su poder a su varita. El bloque se doblegó, el poder de la bruja pudo omitir la magia de las runas, formando al bloque a convertirse en estacas, mismas que volaron en dirección a una pared de piedra en medio del cuarto, empalando la misma, volviéndola en escombro.

Hermione sonrió inclusive con el sudor empeñando su rostro; la felicidad era mayor al cansancio, pues el sentimiento de mejora y superación era mayor a cualquier fatiga que pudiera sentir, estaba realmente bastante satisfecha consigo misma. Aquel sentimiento de alegría no desapareció en ningún momento, menos cuando el sonido de aplausos inundó sus oídos, y ella sabía bien de quien provenían; Harry Potter.

- Felicidades, Mione, estas mejorando rápidamente en la transfiguración avanzada, incluso yo no hubiera tenido un resultado tan excelente en mi primer intento, parece natural en ti – Felicitó Harry con una radiante sonrisa a su amiga, viendo que, de hecho, avanzaba a un ritmo impresionante con cada cosa que él buscaba enseñarle.

- Gracias, no sería posible sin tu ayuda, en serio, muchísimas gracias – Agradeció algo cansada la bruja, pues, en realidad, si estaba algo agotada, pero no por ello menos contenta o agradecida con el mago que ahí le enseñaba. Todo le recordaba el motivo de dicha práctica de magia.

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Lunes 19 de octubre de 1992.

Hermione tembló, casi imperceptiblemente, al tomar la muñeca de su amigo para detenerlo y pedir un segundo para hablar. Él solo sonrió y aceptó sin problemas, no dando a entender que notó el ligero desliz de la chica, aunque, ya conociéndolo, la bruja más bien pensaba que había ignorado el asunto para poder escuchar las palabras que estaba por decir.

- Quiero que me enseñes a usar la transfiguración en la batalla – Dijo rápidamente la chica.

- ¿eh? – Apenas respondió Harry algo desubicado. - ¿Por qué quisieras aprender a usar las trasformaciones en batalla?, usualmente prefieres los encantamientos y cadenas de hechizos, no sueles dar predilección a las transformaciones durante un duelo, a pesar de conocerlas muy bien – Mencionó todavía algo confundido el hechicero.

- Bueno, yo... - Hermione pausó un momento sus palabras; recordando el motivo de la petición, cosa que la hizo avergonzase un poco, pero, aun con eso, pudo pronunciar palabra, aunque parecía cerca del tartamudeo. – Por el incidente del templo -.

- ¿Qué tiene ese incidente que ver en esto? – preguntó Harry de manera rápida, aparentemente incomodo, pero Hermione no podía culparlo realmente; en ese lugar había perdido su brazo. Aunque al menos el chico tenía de consuelo que aquel lugar ya no existía en lo más mínimo, sino que estaba completamente hecho ceniza, convertido en nada por el poder de su magia, un hecho que todavía reposaba en los recuerdos de la bruja, haciéndole recordar que, aun si viera al chico como un amigo, siempre debía tener en mente el monstruoso poder que era capaz de ejercer con solamente su varita.

Hermione simplemente se ruborizó ligeramente de pena, simplemente le era difícil contestar, o de admitir las palabras que debían salir de su boca.- No fui para nada de ayuda ese día – Murmuró la chica con vergüenza.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora