Aquel hechicero

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Sábado 17 de octubre de 1992.

Mar del Norte.

Azkaban.

Voldemort estaba simplemente furioso, no había otra forma de describirlo.. bueno quizás solamente enojado, emputado, encabronado, cabreado, colérico, iracundo, rabioso.... bueno ya entienden.

El punto es que el Señor Tenebroso estaba muy, muy, muy, (agregar otros 200 muy), enojado, su mente estaba al borde del colapso, el chico que lo había derrotado no una, sino tres veces, estaba intentando hurgar en sus recuerdos.

El ataque mental perturbaba al mago oscuro, algo era raro en el mismo. Voldemort ya había recibido ataques mentales antes por supuesto, pero ninguno semejante al que le estaban haciendo ahora, era algo demasiado... diferente a los demás.

No solamente el ataque de Harry era sumamente poderoso, mucho más que cualquiera que hubiera recibido antes, sino que su firma mágica era extraña, no fue extraño que el mismo hechizo en la varita de cualquier mago tuviera una firma semejante, es más, ni siquiera con la varita, incluso un hechizo realizado con las manos tendría una firma semejante a otro del mismo tipo, así quera como el ministerio evaluaba la magia en menores de edad al fin y al cabo.

Sin embargo, el hechizo de Harry, un claro Legeremens, uno que inclusive uso de manera verbal, no compartía la misma firma, o si quiera una semejante, a la que daban otros magos al realizar el mismo conjuro.

Eso fue inexplicable para él, lo único que a la mente se le venía era la varita del muchacho, quizás ese artefacto era especial de algún modo para él desconocido, sí, eso debía ser. Recuerdos vagos retornaron al Señor Oscuro, recuerdos de advertencias de sus seguidores sobre la varita del muchacho, advertencias que él mismo había desestimado, advertencias que ahora cobraban más sentido, la varita, ¿Cómo era posible que no le hubiera puesto atención?, más siendo al parecer un detalle tan importante.

El hechicero más poderoso del Reino Unido no tuvo más tiempo para reflexionar, simplemente era inútil hacerlo, eso tomando en cuenta que lo más esencial de su magia y espíritu trataban de alejar a Potter de su mente.

- tú mente es impresionantemente resistente, pero no podrás resistirte a mi poder por mucho tiempo – Dijo Harry bajando ligeramente la varita.

- no puedes acceder a mi cabeza, Potter, nadie puede, nadie es capaz de anteponer su poder al del hechicero más poderoso que alguna vez haya existido, ni siquiera tú – Rebatió Voldemort ya liberado del encantamiento silenciador, el que magia externa lo estuviera forzando a sobreexplotar la suya en defensa ayudo a eso.

- puede ser, Tom, es posible que tengas razón, no puedo acceder a tu mente de las maneras convencionales – Admitió calmadamente Harry ante la altanera sonrisa del Señor Tenebroso. – pero... - Agregó pausadamente antes de finalizar. – tú mejor que nadie deberías saber que hay formas de debilitar a la mente humana, permíteme demostrarte la eficacia de la que a ti tanto te gusta utilizar, ¡Crucio!

El mago más poderoso del cuarto se revolcó en dolor víctima del mago más débil, cruenta ironía para la ideología del poderoso señor oscuro, una dolorosa ironía, literalmente.

Voldemort gruñó en voz baja, su orgullo y soberbia simplemente le impedían gritar, él no podía darle esa satisfacción a Potter, eso sería más humillación de la que su ego podría soportar.

Se suele clasificar el dolor en aproximadamente cinco escalas a nivel medico básico, eso fue relativamente sencillo de clasificar, las señales nerviosas produjeron estímulos de alerta de que algo estaba mal en alguna parte del cuerpo, de ahí venía el dolor, y por eso mismo tenía un límite, nunca se podía estimular todas por una sola herida o una sola acción, hasta que la maldición cruciatus se habría creado, claro está.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora