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Martes 13 de abril de 1993.

Sede de la confederación internacional de magos.

Albus Dumbledore camina con ferviente tranquilidad por los pasillos de aquel edificio, la sede de la confederación internacional de magos. Los elegantes pasillos eran atravesados, por ferviente calma aristocrática, por el actual jefe supremo, quien venía a discutir un asunto puramente burocrático aquel día, específicamente acerca de los delegados y miembros de su consejo, semejante al del Wizengamot; por votación.

El jefe supremo, Albus en este caso, contaba con un total de 8 votos, un delegado con 3, y un miembro designado con 1. Los votos no eran acumulativos por otro títulos, como de Lord o Lady, además de que el puesto era vitalicio, al menos de el setenta por ciento del consejo votara por una destitución, por lo que, al menos en nivel de votaciones, el puesto de jefe supremo era considerablemente más contundente que el de ministro de magia, al menos tomando en cuenta al reino Unido. Por lo mismo a Dumbledore no le había costado obtener lo que quería en esta ocasión; incluir a Harry como miembro designado en el consejo de la confederación, aunque siendo un miembro junior de momento, como un periodo de prueba, solo pudiendo expresar sus opiniones sin un voto de momento, palabra pero no voto, aunque, siendo lo carismático y competente que era, Dumbledore dudaba que no se le diera un voto al menos en un año, seguramente se lo darían en incluso menos, eso contando además la fama del chico.

Albus se permitió sonreír ante la idea de traer al chico a este lugar, eso sin duda sería una gran experiencia de aprendizaje para el chico, quien ya había aprendido de todo en Gran Bretaña, pero le faltaba del resto del mundo, motivo por el que quería traerlo aquí, y quizás a una excursión o dos en sus tiempos libres, tomándose más en serio su papel como mentor, más cuando la guerra contra no solo un mago oscuro, sino dos, empezaba a escalar en ya varios países, algunos de los cuales aún no hablaban, a través de sus delegados, del tema ante la confederación, que estaba más que dispuesta a ofrecer ayuda, todo por una imagen pública. Albus negó, solo era cuestión de paciencia para que la confederación se pudiera involucrar.

El director sonrió ante ello; realmente parecía que las cosas estaban mejorando, solo era cuestión de tiempo. El viejo mago finalmente llegó afuera del edificio, donde, inmediatamente tocar la salida, desapareció; tenía trabajo por hacer.

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Noroeste de Inglaterra.

Casa de Harry Potter.

Pansy Parkinson sintió un ligero mareo cuando la aparición terminó, ciertamente no estaba acostumbrada a algo así; bien ella era una gran bruja, pero seguía siendo tan joven, e inexperta..... excusas propias para decir que no le había tomado el gusto a la aparición y, por lo que veía, Nott y Greengrass tampoco; los dos estaban también, en apariencia, considerablemente desorientados.

- Veo que, a pesar de ser de familias mágicas, ninguno le ha tomado el cariño a este medio de transporte, aunque seguro se acostumbraran cuando puedan hacerlo ustedes mismos - Los tres vieron sonreír a Harry, quien era el único perfectamente normal. De pie y recostado en la pared cercana del comedor donde habían aparecido, seguramente de la casa del chico..... "la casa se ve muy sencilla para alguien como él". Pensó Pansy para sus adentros. - No es nuestra culpa que a ti te dejen aparecerte tan fácilmente, incluso cuando es ilegal a tu edad, a nosotros no nos permiten practicarlo - Contestó Pansy recomponiéndose. - Es cosa de ser el hijo prodigo - Harry sonrió mientras veía a Theo y Astoria recuperar el equilibrio.

- Al grano, profesor Potter, ¿Por qué nos has traído aquí? - Tajante fue la voz de Nott una vez pronunció palara. - Shhh, shhh, shhh, Theo, mi amigo, no es requerido ser tan agresivo, estamos entre amigos, aquí no soy tu profesor - Dijo Harry mientras le daba una mirada a Astoria, quien solo agachó la cabeza, similar a un gesto se afirmación o sumisión, para luego ponerse al lado del brujo. - Astoria, por favor trae algo de beber a mis invitados, tú ya debes saber sus gustos tras convivir tanto con ellos, así que hazme ese favor por favor, querida luz de estrellas - Astoria cerró la boca con fuerza ante el apodo, pero de todos modos se dirigió a la cocina, caminando con tanta gracia como le fue posible.

Harry Potter: La luz que muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora