27; robbers parte II

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Abrí los ojos y ahí estaba aquel hombre que minutos antes me regaló una flor. Me pesaban los párpados y me dolía la cabeza, no podía mantener los ojos abiertos y me costaba respirar.

-¡Por favor!, ¡por favor! -Oí gritar al hombre de la gasolinera con un inglés lamentable, cuando me di cuenta de que estaba entre sus brazos y no paraba de agitarme con nerviosismo. Apenas podía moverme.

Giré la cabeza y vi como se marchaban en la van sin mí.

-La zorra ya ha cumplido, no seas estúpido y arranca. -Oí gritar a Jack.

Después, miré hacia abajo y vi mi ropa manchada en sangre, levanté la vista para examinar a aquel hombre y ver si estaba herido, tenía las manos llenas de sangre, pero era mi sangre.

Un dolor horrible invadió mi cuerpo al instante, sentía como la sangre salia a borbotones y se deslizaba caliente por mi piel.

-¡Hijo de puta...! -Oí decir a una voz detrás de mí. Era Alex. Se arrodilló delante de mí mientras se arrancaba la camisa y me la ponía encima de la herida para parar la hemorragia. -¡Hijo de puta! -Dijo esta vez gritando más alto.

-Tranquila, nena, todo va a estar bien, tranquila.

-No te vayas... -Dije apenas en un susurro.

-No me voy a ningún sitio, nena, estoy aquí, estoy contigo y vamos a pedir ayuda, todo va a ir bien. ¡Llame a una puta ambulancia, por dios! -Le gritó al hombre de la gasolinera.

-Nos van a pillar. -Dije mientras se me cerraban los ojos poco a poco.

-Necesito que te quedes conmigo, ¿vale?, abre los ojos, mírame.

Cuando lo hice, vi a un Alex distinto al que yo había conocido, sus ojos eran de un negro más claro por las lágrimas, reflejaban preocupación y miedo, pero miedo... ¿Miedo por qué?

Miré hacia abajo y volví a ver la sangre. Se me olvidaba que me estaba muriendo. Sonreí y levanté la mano para acariciarle la cara.

-Estoy bien. -Dije acercando mis labios a los suyos. -Estoy bien. -Repetí antes de que mis labios cubriesen en un intenso beso los suyos.

-Deja de decirme que estas bien, te han disparado y aun así no dejas de ser así. -Dijo en un sollozo mientras las lágrimas caían por su cara.

-Estoy justo donde quiero estar, contigo, y si algo me pasara, al menos moriría sabiendo que he conocido a alguien tan maravilloso como tú y entonces todo esto, habría merecido la pena.

-No va a pasarte nada, no mientras esté yo contigo. -Me dijo mirándome a los ojos.

Pero sabía que mentía, mi abuelo participó en dos guerras y gracias a él sabía que si el charco se volvía más grande que la longitud de tu cuerpo ya no tenias salvación. Levanté la cabeza y mire a mi al rededor, a mi charco le faltaban unos centímetros para ser más grande que yo. Sabía que no saldría de esta.

Miré a Alex y le sonreí con una ternura jamás vista en mí, posé mis ojos en los suyos y dije:

-Creo que estoy enamorada de ti, Alex Healy.

Sus ojos se volvieron charcos de una negrura inmensa, soltó los vendajes y sujetó mi cara entre sus largos dedos, la sangre de sus manos mancharon toda mi cara pero eso no impidió que nos fundiesemos en un largo y tierno beso, Alex nunca me había besado de esa manera, parecía que... Parecía que estaba despidiéndose y le notaba algo como, ¿arrepentido?, arrepentido ¿por qué?, me había dado el último mejor mes de mi vida y me había enseñado a amar, a amarle a él. Si muriese ahora mismo, moriría siendo la persona más feliz del mundo, "feliz" que palabra tan estúpida, nunca había creído en el amor o en la felicidad, hasta Alex. Mi corazón bombeaba con fuerza toda la sangre que salía por mis heridas, los labios de Alex se separaron de los míos para besarme la frente, cerré los ojos.

Cuando volví a abrirlos me hayaba en una habitación metálica de pocos metros con unas cuantas personas a mi al rededor lo que me hizo darme cuenta de que estaba en una ambulancia.

-Gracias a dios que has abierto los ojos, te habíamos perdido.

Dijo una chica rubia de ojos color azabache.

-¿Perdido? -Dije yo intentando moverme entre tanto cable. -¿Dónde?

-¿Cómo que dónde? -Dijo el chico que estaba sentado a mi lado sujetando una bolsa de suero. -Has muerto, por dos minutos, tenemos suerte de tenerte entre nosotros.

-¿Qué?, ¿muerto?, no puede ser, no recuerdo haber muerto...

Dije intentando tragar saliva, tenía la garganta seca.

-Es normal. -Me contestó la rubia.

-Vaya, ya veo que tenemos conceptos distintos de lo que significa la palabra "normal".

-Podrías ser más simpática, acabo de salvarte la vida. -Dijo la rubia dedicándome una mirada asesina.

-En realidad le he salvado la vida yo, tu solo le has quitado la ropa. -Dijo el chico que estaba a mi lado.

-Muchas gracias. -Le miré y le sonreí.

Sus enormes ojos verdes se centraron en los míos y con una sonrisa asintió y me acarició el pelo.

-Ahora deberías descansar, no tardaremos mucho en llegar al hospital. -Dijo mientras me apartaba un mechón de la cara.

-Tengo sed. -Dije casi en un susurro.

-Vaya, parece que los viajes al más allá dan sed, ¿eh? -Dijo él mientras me acercaba una botella pequeña con una pajita.

Absorbí y noté cómo sus ojos no se despegaban de los míos.

-Ya es suficiente, no creo que puedas reemplazar toda la sangre perdida con agua. -Dijo a modo de broma. -Ahora descansa, te vendrá bien.

Cerré los ojos.

//por ti, por mí// matty healyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora