06: el mar.

1.6K 97 2
                                    

No sabía que hora era, pero el sol comenzaba a abrirse paso entre las nubes, decidí tumbarme y admirar aquella puesta de sol mientras me comía mis fresas y mis gofres, detrás de mí, subió Alex, he de decir que no me había fijado en lo guapo que era, el pelo le caía en forma de rizos por toda la cara, tenía unos ojos castaños pequeños, pero profundos, al principio me parecieron negros por la oscuridad, pero el sol los hacía lucir su castaño natural y podías ver cómo tenía pequeñísimos, por no decir invisibles, destellos amarillentos en el iris, cuando sonreía, su sonrisa era la protagonista de su cara, su espalda era ancha y sus tatuajes le hacían verse tan bien, lo que más me gustaba de él o me atraía, eran sus diminutos ojos y su sonrisa. Se sentó a mi lado y comenzó a tocar la guitarra mientras se ponía una chaqueta, empezaba a hacer frío y como se dió cuenta de que me estaba helando yo también decidió bajar a por una manta. Subió y me pilló intentando tocar su guitarra, hacia años que no veía una, desde secundaria creo, la dejé avergonzada y volví a mi plato de fresas.

-¿Sabes tocar?

-No, hace mucho que no cogía una.

-¿Quieres que te enseñé?

Sugirío el con un nuevo brillo en los ojos.

-Sí, pero más tarde.

Se sentó a mi lado y nos arropó a los dos con la manta, se acurrucó en mi pecho y comenzó a cantar mientras tocaba la guitarra. El velero estaba ya en marcha y cuando quise darme cuenta ya casi no se veía la costa. El mar estaba precioso y la brisa era tan suave que adormecía.

-Siempre me ha gustado el mar. De pequeña soñaba con poder tener mi propia barquita y huír en ella para siempre.

-¿De qué querías huír?

-Es complicado.

-Todo en este mundo lo es.

Me dijo él mientras me acercaba con un brazo a él de forma que quede con mi cabeza sobre su pecho.

-No sé de qué quería huír, supongo que de mí misma...

-Yo una vez huí.

Dijo él con tono despreocupado.

-¿A dónde?

-A mi casa del árbol. Un día mis hermanos discutieron tanto que mi madre se pasó días llorando y yo no soportaba verla llorar y a ellos parecía no importarles, así que decidí irme antes de dejar de importarles yo también.

-Ojalá yo hubiese tenido una casa del árbol.

-Si quieres te puedo prestar la mía cuando quieras.

-La verdad es que me daría miedo dormir ahí sola.

-Dormiría contigo.

-¿De verdad que no me dejarías sola?

-Ni un solo momento.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

Dijo besando mi sien. Conforme iban saliendo aquél puñado de palabras de su boca supe que esa promesa no se refería a la casa del árbol, sino a algo mucho mayor. Me acariciaba el pelo y yo me dormía en su pecho, cerré los ojos y noté cómo sus dedos recorrían mis muñecas hasta mi cuello y de ahí bajaban otra vez a mi espalda hasta volver a subir a mi cuello mientras me besaba el pelo. No entendía qué encontraba de increíble en mí, qué era lo que le fascinaba de mí, tampoco quería saberlo, solo quería que lo viese siempre en mí.

Levanté la cabeza y le miré fijamente a los ojos.

-Creí que estabas dormida.

-Desearía estarlo, estoy muy cansada.

-Duerme, yo no me voy a ningún sitio.

-Me encantaría, pero tengo que volver al hotel, mis amigos están preocupados.

-Vale, haré que Poly lleve el barco de vuelta a la costa.

Se levantó dejándome en el suelo, me di la vuelta y le llamé.

-Espera. Aún podemos estar así un rato más.

//por ti, por mí// matty healyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora