04: el frío.

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-¡Alice, por dios, deja de caminar tan rápido!

Soltó una voz detrás de mí.

Seguí caminando con pasos enormes y a toda prisa, el me seguía pero no podía ir a mi ritmo por el peso de la guitarra, de repente, pisé mal y se me rompió una bota del tacón, me caí de boca al suelo y se me llenaron los ojos de lágrimas. Detrás de mí, él soltó la guitarra y vino corriendo a ayudarme. Me incorporé sobre una mano y vi que me había raspado las dos rodillas. Dolía muchísimo, pero aún así conseguí aguantar las lágrimas.

-Espera, deja que te ayude.

Me dijo él mientras me levantaba.

-¿Estas bien?

No le contesté, le solté de la mano y seguí caminando, cojeaba un poco, me dolía muchísimo, así que no pude acelerar el paso y él me alcanzó.

-Alice, deberías sentarte y dejar que te mire eso.

Seguí caminando.

-Alice, siéntate.

-Dame mi puto tabaco.

-¿Qué?

-Mis sobranie, te quedaste mis sobranie.

Dije mientras notaba cómo una lágrima ardía por mi mejilla.

Me limpié inmediatamente, no quería que me viese llorar.

-Oh, vamos, ven aquí. Siéntate.

Me atrajo hacia él y me sentó en su regazo. Mientras me levantaba las piernas para mirarme las rodillas.

Se sacó una especie de licorera pequeña que guardaba en el bolsillo trasero de sus pantalones, la abrió y rasgó un trozo de su camisa el cual mojó con un poco de alcohol y empezó a limpiarme las heridas, me dolía tanto que cogí la licorera y me eche dos chorros largos de alcohol en ellas mientras gritaba del dolor.

-Vaya, yo pretendía ser más delicado.

-No eran más que dos simples rasguños.

Dije.

-Eres muy valiente, cualquier otra chica se hubiese hecho más la víctima y me pediría que la llevase al hospital.

-Ya bueno, yo no soy cualquier otra chica.

Me levanté y comencé a caminar con dolor.

-¿A dónde vas?

-A mi hotel.

-Pero habíamos quedado...

-Eso fue antes de saber que eras una estrella de rock, que solo te gustan las rubias, que me dejases tirada esperándote en un jardín desierto con un frío de cojones y que me robases mi tabaco.

Me miró como un niño cuando observa su primer juguete.

-No te he robado tu tabaco.

Me dijo extendiendome la cajetilla.

-Gracias.

Dije sarcástica.

Mientras me encendía un cigarrillo.

-No soy una estrella de rock.

Dijo divertido.

-Y tampoco te dejé tirada.

-No, qué va.

-Es que no podía librarme de los demás y querían irse ya así que tuve que fingir que me dolía la tripa para ir al baño y poder saltar desde la ventana para poder ir a verte, sé que tardé pero no sabes lo complicado que ha sido, y lo siento por haber tardado.

Dijo sincero.

Comencé a reírme y me senté a su lado.

-¿Por qué has hecho eso?, ¿no era que sólo te gustaban rubias?

-Sí, pero también me gustan divertidas.

-Pues te has equivocado.

-Sé que no. Por cierto, ¿Cómo sabes que me gustan solo rubias?

-Mi amiga, mi amiga Marina, le encantas y me dijo que se iba a teñir de rubia por ti.

Comenzó a reírse mientras me quitaba el cigarrillo.

-Yo creía que sabias quién era, pero que aún así no me tratabas diferente.

-Pues no lo sabía.

-¿Y como has sabido lo de los sobranie?

-¿El qué de los sobranie?

-Salieron en uno de mis vídeos, creí que los llevabas por eso.

-Eso no lo sabía, empecé a fumarlos porque son rosas, y son bonitos y me gustan los colores. Además te dan un aire de misterio.

Dije de broma.

-Y te hacen ver más sexy.

Dijo él mirándome a los ojos.

-Te he dicho desde el principio que no iba a ligar contigo, y no va a cambiar porque seas famoso, además tocas la guitarra fatal y no sabes cantar.

Fingí enfadarme y él comenzó a reírse divertido.

-Y espero que no cambie porque tú a mi también sigues pareciéndome muy fea.

-Pero nunca más de lo que lo seras tú.

Solté una carcajada.

-¿Y sino pretendías dejarme ligar contigo que hacías esperándome ahí fuera?

-¿Y si no pretendías ligar conmigo que hacías saltando desde una ventana para venir a verme?

-Touché.

Nos reimos divertidos.

-Bueno, ¿y ahora que hacemos?

Dije yo aburrida.

-Vuelve conmigo ahí dentro y dejame cambiarme, ya pensaré en algo que hacer cuando tenga menos frío.

Dijo él mientras se levantaba.

Me tendió la mano y me levantó a mi también. Caminamos hacia el Palau más lento que antes, cogidos de la mano, sin decir nada bajo el cielo de una Barcelona estrellada.

//por ti, por mí// matty healyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora