41; is there somebody who can watch you

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Narra Alex.

Habían pasado semanas desde la última vez que vi a Leila, desde la última vez que me dijo que no quería volver a verme, y, me temo que lo decía en serio...
Después de eso, fui tres días seguidos al hospital, preguntando a todos sí sabían algo de ella o de Thomas, ya que tampoco le había encontrado, pensar que estarían juntos me mataba...
Ella era mi chica, sé que la mentí, que tendría que haber contado la verdad, me odiaría, puedo vivir con su odio, pero no sin ella. Ahora lo había decidido, iba a encontrarla y a contarla todo, ella necesitaba saberlo, y yo que lo supiese. No me puedo creer que la haya dejado ir tan fácilmente, en un país desconocido para ella, estaba sola. ¿Habrá alguien que esté con ella, cuidándola?, o simplemente estará sola en algún lado de esta enorme ciudad, no quería pensar en qué habrá hecho o que la habrán hecho para que pueda volver a su país o que tenga al menos dónde dormir. Sinceramente, estos días sin ella, para mí estaban siendo un infierno, pero me dolía más pensar que la dejé sola y sin nadie en mitad de la nada, ¿y si la habían encontrado Jack o Pierre?, ¿y si la había pasado algo?, está herida y sola vagando por ahí, y yo no sé dónde encontrarla, quiero pedirla perdón, quiero llevarla a casa y que esté a salvo aunque me odie de por vida, después de todo esto se lo debía. Los últimos días que había pasado solo en Bruselas estaban siendo lo peor desde lo de mi hermano, no podía dormir o comer, ni si quiera hablaba, solo fumaba y bebía vino para poder dormir un rato, y cuando se me pasaba el efecto, los recuerdos volvían y dios mío, no dejaba de llorar por ella. George lo había intentado todo, chicas, salir, música... Y lo único que parecía funcionar eran las drogas y el alcohol, y lo malo de eso es que el efecto no duraba lo suficiente.

Todo esto se me estaba llendo de las manos, tenía que encontrarla, así que me levanté, me puse una camisa y unos vaqueros, cogí mi chaqueta y evité mirarme al espejo.

Salí por la puerta y volví a ir al hospital, si no querían decirme donde estaba ella, por lo menos encontraré la dirección de ese tal Thomas y le preguntaré si sabe algo de ella.

Caminé deprisa, hacía frío y yo no estaba lo suficientemente borracho. Bajé calles mientras los ojos acusadores de señoras y niños me seguían por ellas.

Llegué al hospital y las enfermeras me miraban confundidas.

Me metí en la recepción y estaba la misma enfermera de hace tres días.

-Miré señor, ya le he dicho que no sabemos nada de ninguna chica, cuando los pacientes salen del hospital dejan de ser nuestra responsabilidad. -Dijo ella mientras atendía al teléfono.

-Querida, no vengo por ninguna chica, es más, me gustaría invitarte a cenar, está noche, ¿qué me dices? -Contesté sin quitar mis ojos de los suyos.

Ella pareció dudar, mientras pensaba la respuesta me mire en uno de los espejos que estaban por las paredes, parecía un vagabundo, tenía ojeras y me había crecido la barba demasiado, mi aspecto me recordaba al de mi alcohólico tío que murió de una neumonía.

-Si aceptas, te prometo que esta noche iré más elegante e iremos a algún sitio bonito. -Dije antes de que pudiera contestar.

-No se me permiten estas cosas en mi trabajo...

-Oh, venga ya, nena, ¿cuantas horas te pasas aquí sentada?, ¿doce?, ¿no estas aburrida de ver siempre las mismas caras y de que el mismo doctor de turno te toque el culo e intente llevarte a su cama? -Dije antes de que pudiese terminar su frase.

-Está bien, pero no seas un completo capullo. Mi turno acaba a las ocho. -Dijo ella tendiendome algo que parecía ser su número de teléfono.

-No hace falta, acabas dentro de una hora, en media hora estaré aquí, nos vemos. -Le dije a modo de despedida mientras la lanzaba un beso y la guiñaba un ojo.
Ella se ruborizó y asintió.

//por ti, por mí// matty healyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora