Capítulo 53

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Evitemos levantarnos con el pie izquierdo, por ahora, recogeré mi ropa y... ¿Quizás deba utilizarlo? Me refiero al anillo, era una armadura de batalla, con el único fin de proteger mi persona y mantenerme en una sola pieza. Abrí las cajonera lentamente para toparme con el único objeto guardado en aquellos trozos de madera vieja, lo saqué y lo sostuve nuevamente en la palma de mi mano. Viéndole fijamente, como si se tratase de un complicado enigma, realmente no tenía mucho a lo que darles vueltas. Lo aplasté entre mi índice y pulgar, posicionándolo dentro de mi dedo índice de la mano izquierda, ¡Embona a la perfección! Los metales comenzaron a correrse por cada centímetro de mi piel junto a un peculiar ruido chillante. Intenté sacarme al sacudir todo como si estuviera bailando, cuando volví a mirarme ya estaba dentro de la armadura, a excepción de mi cabeza.

"Me mantiene fresco", dije. Giré mi cadera para admirar como se verá desde los ojos de otra persona. Extrañamente en ningún momento me vi dentro de éste equipamiento de tonos oscuros, me sentía empoderado con él.
Casi tal cuál, colocándome en los zapatos del rival, aseguro que no se me subirá el papel a la cabeza. Mantenerme sobre el carril en el que comencé, así como la dirección a donde me dirijo. "¡Todo es mental, Kenji!", pensé en voz alta.


Terminé de admirar cada detalle del traje, el no usar ropa no me incomodaba, pero lo reconsideraré cuando regresé a dormir. El tocar el rubí, incrustados para dar la forma del logotipo, emergía en mi lista de desestresantes.

Empecé a dar mis primeros pasos por alrededor de la cabaña, fastidiado al oír el reiterativo ruido del material chocando. Bajé las escaleras, abriendo con brutalidad la puerta (La fuerza fue suficiente para chocar contra su estructura paralela), no me preocupaba por ese detalle, si no por el tomar fuertemente aire, una acción que pesaba con gratitud al accionarla en un sitio natural.


— ¡Hermanito! —Desde el cielo aterrizó a un lado mío Dai, posándose con las manos sobre la cintura — ¡Te luce espectacular! Nos veremos cómo dos gotas de agua —Puse los ojos en blanco al oír su expresión.

— Tardaré en acostumbrarme a ser un robot de hojalata.

— Deja de decir tonterías —Golpeó mi hombro con poca fuerza — Tu segundo día aquí ha comenzado, prepárate para el entrenamiento —Salió volando esperando que le siguiera. Apoyé mis dos piernas sobre la tierra para saltar, pero...

— ¡Me parecía ver esa larga melena en algún sitio! —Estiré mis piernas para dar vuelta a la dirección de esa voz tan grave. Le reconocía de algún lado, pero dudaba por la cantidad de veces que me había sido transmitida, no lograba guardarla en mi mente.

—Volteé en seco para admirar a aquella mujer, mi compañera de celda de principio, quien me había encomendado ésta misión — ¡A06! —Compartíamos la vestimenta, claramente en diversos tamaños.

— En persona —Su mirada barrió mi cuerpo — La carrera de hombre te ha vuelto más grande —Subió ambas cejas y se posó a mi costado — Se te ve increíblemente genial, pero vayamos al grano. Lamento arruinar tu rutina diaria, pero, existen diversos temas a tratar —Se escabulló entre árboles con un paso firme y veloz.

— ¿A dónde vamos? ¡Me están esperando! —Apartaba las ramas de nuestro camino.

— Calla y observa —Su cabello rosado se meneaba de un lado a otro — Nos tomará unos instantes —Al pasar entre dos inmensos arbustos, contemplamos una entrada clásica a búnker colocada en mitad del bosque. Sus grandes brazos tiraron para abrir la escotilla — Primero las damas —Su sarcasmo me causo poca gracia, pero fue el primero en bajar por aquellas escaleras, siendo de apoyo mis manos y piernas.

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