Capítulo 25

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El día de hoy, 8 de Abril, decidimos realizar algo especial para Pedro. La ocasión es única, festejamos su cumpleaños, y para ello nos reunimos en la inmensa cocina para preparar un pastel (Masaki tenía algo de experiencia en repostería, acatamos sus ordenes). En la sala cabían fácilmente unas 30 personas, todas trabajando sin necesidad de faltar herramientas, puesto que teníamos más de una estufa o de un refrigerador. Por suerte, todos los ingredientes necesarios se encontraban a nuestra disposición.


— ¡He terminado! ¿Qué te parece? —Preguntó la rubia dirigiéndose al japonés con aprendizaje en gastronomía.

— Creo que nos pasamos con el chantilly... —Respondió el rubio colocando su dedo índice sobre su barbilla. Simples detalles eran los que nos faltaban para terminar, ya lo habíamos metido al horno y había obtenido la forma adecuada, luego de unos cuantos intentos; Levantarnos temprano nos fue útil para prepararlo a escondidas.

— ¡Estoy seguro que le encantará! Usamos la receta de tu abuela, en lo personal puedo opinar que es un aperitivo digno —Añadió Koji observando el pastel de forma rectangular y de color oscuro por su sabor a chocolate. La intención era festejar entre nosotros, por lo que no nos extendemos a realizar un gran postre.

—La general sacó un puñado de fresas del congelador. De inmediato las lavo en el fregadero de un lado — ¿Tus clases de repostería vienen por la madre de tu madre? —Preguntó llevando la fruta hacia la mesa: Una superficie de metal gris, de forma redonda.

— Exactamente. A eso nos referimos en la tierra al decir "Abuela" —Me interpuse. Trishma fue educada para llamar a sus familiares de alguna otra forma, por lo que le parecía extrañas nuestras costumbres. Me fue poco creíble que en Casaya no te dieran un pastel por un año más de vida. 


La puerta metálica se abrió en dos de forma diagonal. De ésta entró Sergio rozando el suelo con ayuda de sus gigantescas y oscuras alas de cuervo, las cuales le permitían mantenerse en el aire. 

Él, junto a la Cazadora, y el Minotauro, se encargaban de distraer a nuestro amigo mexicano, lo habíamos planeado con tiempo para que fuera una verdadera sorpresa. Realmente, fue más idea de Nataly, pensaba en cómo se sentirían su amigo al recibir tal regalo. A pesar de que no disponíamos de celulares o calendarios, las maquinarias de la nave indican la hora y fecha que nos encontrábamos.


— Comienza a volverse complicado. ¿Terminaron ya? —El pelirrojo volvió a tocar el suelo posándose frente al comedor.

— Estamos en ello —La estadounidense colocó las fresas en forma simétrica, todas encima de la crema.

— No lo presiones tanto, puede perder la consistencia —Le mencioné tomando sus delicadas y frías manos. Me aseguraba de no necesitar volver a empezar. Nuestras miradas chocaron por un momento con una agradable sonrisa, ambos terminamos de poner la fruta.


A través de las paredes se oía el eco de unos pasos, cada uno era más potente que el anterior, algo se acercaba a nuestra posición. Pero no era una sola persona, eso podía percibirse fácilmente por la continuidad de golpes.

Los presentes nos quedamos inmóviles, dirigiéndonos las miradas, de inmediato sabíamos que teníamos que colocarnos en nuestras posiciones para recibirlo de la mejor manera posible.

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