Capítulo 2

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No podía pegar los ojos, esa voz se había apoderado de mi mente, me había inclinado a no tomar siestas. "¡Sal de mi cabeza!" me desesperé y comencé a hablar conmigo mismo entre desesperados susurros. Comencé a sudar de la desesperación, estaba hartado de mi mismo. Volteé la mirada y ahí estaba ¡Por fin! Nata... ¿ly? Apresurada abrió la cerradura de la puerta de barrotes con unas llaves que volvería a guardar en su bolsillo.


—  ¡Levántate! ¡Rápido! ¡Por aquí! — Definitivamente estábamos en apuros. Fue por ello que salí de ahí y le seguí corriendo por los pasillos que había entre celdas y celdas. Era horrible ver a tantas personas encerradas sin merecerlo, pero no podíamos hacer nada, apenas si me constaba que nosotros salimos de aquí.


Continuábamos caminando entre éste laberinto, ella sabía hacía donde nos dirigimos, mientras que yo solo le seguía. Dimos unas cuantas vueltas corriendo, por suerte sin toparnos con ningún guardia, pero sí con otros dos chicos que estaban fuera de su celda, les diferenciaba por el mismo uniforme naranja que todos portamos.


— ¡Por fin! ¡Llegué a pensar que nunca llegarían! — Su voz era lo suficiente grave para un adulto joven. No tenía idea si mis deducciones eran correctas, pues el lugar era lo suficiente oscuro, simplemente me hacía ideas por su voz — ¡Tenemos una solo oportunidad! ¡UNA! ¡No puedes arruinarla, Nataly!

—  No seas un aguafiestas —El segundo chico le contestó de una forma más calmada, definitivamente eran una clase de polos opuestos —  Nataly trajo un amiguito nuevo, eso explica varias cosas. Esperamos que su habilidad sea bastante útil al salir de aquí —En ese momento me había tragado mi propia saliva de lo nervioso que me encontraba, aún no había desarrollado mi poder. Me mostraba como un simple estorbo entre ellos.

—  ¡Que importa! —Exclamó el impulsivo, me daba algo de pavor escucharlo y referirse a mí de cierta forma —  ¡Llevaremos el plan como habíamos quedado! ¡Sin importar que esté él o no! Las presentaciones serán más tarde —Dio unos cuantos pasos adelante y la luz de una lámpara me había dejado verle. Era un poco más alto que mi persona o quizá eso aparentaba por su cabello largo casi por sus hombros, sin mencionar que era de color rojizo. Pero es no era lo asombroso, en su espalda se extendía dos alas gigantescas de cuervo y dos cuernos de toro en su cabeza ¡Su mutación había afectado su físico! ¿En qué me convertiría yo?

Con ayuda de sus alas comenzó a levantarse sobre la altura del suelo, obligándonos a retroceder a los presentes. Sin pensarlo dos veces utilizó la fuerza que le otorgaban sus cuernos para tirar un muro de ladrillos en frente con un cabezazo. Todos sentimos dolor a excepción de él.

— ¡Excelente, Sergio! —Mencionó la rubia. Seguido levantó rápidamente uno de sus brazos al frente, gritaba de dolor como si sufriera, sus manos se tensaban. Sus ojos tomaron un color rojo rubí y los bloques de la pared cayeron lenta y sigilosamente al suelo sin llamar la atención.
Sin duda estábamos en compañía de una persona con poderes psíquicos.
Al dejar caer los escombros, su aspecto volvió a la normalidad y dejó un suspiro de cansancio.

— ¡No se apresuren! —El segundo chico se dejó mostrar por la luz de noche que entraba de la grieta. Su cabello oscuro era ondulado y sólo se dejaba el largo de arriba, era mucho más alto que todos los presentes y no parecía mostrar rasgos de cambios físicos, sólo tenía los hombros algo anchos, suponiendo que era por ejercitarse.


Volteó la cabeza por debajo de su hombro dejando caer tres escupitajos, parecía asqueroso al principio, pero había una razón. De esos gargajos comenzó a crecer una pequeña raíz que al poco tiempo se comenzaría a enredar con sigo misma hasta adquirir una forma redonda con pequeños brazos y piernas de ramas. Era un hombrecito de madera café midiendo cerca de 20cm, en sus espaldas se extendían dos alas formadas con hojas de árbol.

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