Capítulo 11

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Ya me creaba la idea de que esto era eterno. El mirar simplemente el suelo de metal, no cambiará nada. Las plantas que rodeaban mi cuerpo se habían secado y roto con mayor facilidad, estaba libre, pero mis poderes no lograban hacerme salir, los muros eran lo suficientes resistentes para aguantar mis golpes, ni un rasguño lograba hacerle.

Mi rostro estaba. encima de mis dos brazos, contra el suelo. Se desvanecía mi poca esperanza, al igual que mi paciencia. Estaba acabado, por le momento.


— ¡Hey, levántate! Apuesto de que hallarás la manera —Levanté mi cabeza y en otra celda esquinada había alguien.

— ¿Qué? ¿Quién eres? —Estiré mi cuello para poner apreciar de donde venía la voz.

— No creo que mi nombre sea importante ahora que los de mi clase quedaremos extintos en poco tiempo. Jamás tuvimos un planeta, simples especímenes que pasaban desapercibidos como una minoría —Dos brazos, dos piernas, una cabeza. Su cuerpo era principalmente color rojo con algunos destellos amarillentos, ¡Magma! Su piel era ese material ardiente. Sus ojos eran azules. Si continuamos viendo más arriba llegábamos a su "cabello", flores de todos colores rodeaban su cabeza en un espiral de mayor a menor, en el centro había un enorme bulbo rojo con tres enormes hojas verdes. Olvidaba detallar sus piernas, parecían ser unas pezuñas, a excepción que no había uña, simplemente su ¿piel?. 

Su ropa era una playera con cuello de "V" color gris que apretaba en sus hombros, mientras que su pantalón era azul marino y termina apretando en la parte baja de sus piernas.

—Dejé de estar asombrado por su figura — ¿Qué haces aquí? —Pensé que estaba sólo. Por desgracia me equivocaba, basto con girar mi cuello y admirar otros seres que estaban atrapados, todos eran de distintos colores y formas.

— La mayoría, creo, somos ejemplares de clase baja, existen mercenarios que nos capturan y nos ponen en venta para los fines que desee el comprador. En éste caso parece ser que seremos puestos como experimentos —Puso una sonrisa sarcástica — A otros simplemente los secuestran de sus planetas pocos civilizados, donde apenas pueden protegerse entre ellos.

—La puerta redonda comenzó a moverse hasta dejar una abertura y un estruendo que nos dejaría callados a ambos — Número "SLR488" —La mujer había vuelto. Se puso en frente de mí, aplaudió dos veces y la electricidad de mi cuarto desapareció — ¿O prefieres que te llame Kenji Hashimoto? — Me puse de pie. Ella daría vuelta a su brazo y de su muñeca se disparó un dardo hasta mi cuello, de inmediato lo retire — Acompáñame ahora mismo. 

—No me opuse, al pie de la letra continuaba con sus indicaciones y me arrimé a ella — Te sacaré antes de que te pongan un dedo encima —Le grité al tipo con el que había entabla una conversación — A todos ustedes —La chica tomó ambas de mis muñecas, al soltarlas se generaba una corriente eléctrica que las mantenía juntas.

— Para eso ya vas tarde —Me empujó fuera de la celda y comenzamos a caminar por el corredor de antes. No le importaba que tan atrás me quedara, ella iba a su paso — El dardo que te inyecté impide el uso de tus poderes por cierto tiempo, no pierdas el tiempo intentándolo —Dimos una vuelta y nos detuvimos en una de las tantas puertas. Ésta, a discrepancia de las otras, se abrió cuando dejó unos segundos su mano.


Entramos al salón, lo suficiente enorme para abarcar una gran variedad de plantas, flores, inclusive árboles enteros. La mayoría no tenía idea de su existencia y salían del estereotipado color verde. En el centro había una mesa rectangular de piedra con seis sillas de madera. También se mantenía un gigantesco vidrio en uno de los laterales de la sala, donde se veía el espacio, el cielo azul y las estrellas. Lo que más llamaba la atención era el planeta azul del cual me habían raptado, ya estábamos lejos y se visualizaba diminutivamente. 


— ¡Bienvenido! —Tomó asiento en una de las sillas que se posicionan simétricamente en los dos lados del largo. Apuntó con su dedo índice para ofrecerme asiento en frente de ella. En cuanto me posicioné en el lugar, una pantalla, de buen tamaño, se proyectó desde la mesa. Mostraba fotos con una breve descripción debajo hablando de; Pedro, Nataly, Sergio y mía. Había una 7ma chica apartada y resaltada de un color amarillo, al igual que mis amigos. Por mi parte era un color rojo.

— Son muy prácticos en buscar a sus desaparecidos —Le dije con una risita. Debajo de nuestras imágenes estaba la información básica como nombres, edad, país y poderes.

— Habla cuando antes, podrían estar en peligro. Necesito que me digas donde se encuentran todos estos chicos, fuiste captado junto a ellos —Cruzó su pierna encima de la otra y recargó rectamente su espalda en el respaldo de la silla.

— Y yo los estaba elogiando. ¿Tanto les interesa encontrarnos?

— ¡Son órdenes! —Dijo con un impulso de liderazgo — Estarán más seguros con nosotros que navegando como náufragos.

— Otra perro con el mismo hueso. No me tragaré sus mentiras —No le quitaba la mirada de encima — Por cierto, ¿Quién eres? Pareces ser importante para ese grupo de EW —Dije abreviando.

—Sonrió moviendo sus labios a un sólo lado — Parece que tendremos que encontrarlos por nuestra cuenta. Respecto a la pregunta, todo será respondido a su debido tiempo.

— Espero que su intuición no le termine fallando —Respondí forzando cada una de las palabras. Golpeó la mesa con la palma de su mano y el informe dejó de mostrarse.


El silencio abarcó todo el salón. Nuestras miradas no dejaban de cruzarse, posiblemente se trataba de una táctica para intentar sacarme información. De alguna manera era verdad lo que decía, no tengo idea de donde estaban, ni qué hacían.

Hubiéramos continuado viéndonos mutuamente, pero una voz interrumpió lo nuestro. "¡Kenji! ¡Responde a mi voz, muchacho! ¡No hay tiempo!" se escuchaba en forma de eco, ambos nos detuvimos intentando agudizar nuestro oído. No era mi imaginación, ¡Me rescataban!. Viviré otro día para lograr contar esto como una anécdota.


—Mi compañera puso ambas de sus manos sobre la mesa y se levantó con un gesto de molestia. Saldría a inspeccionar de que se trataba — Ni se te ocurra moverte de esa maldita silla.  Recuerda que estás rodeado por miles de plantas —Miré a mi alrededor reafirmando lo obvio. Salió por la puerta y simplemente escuchaba mi respiración acelerada.

—La puerta retorno a abrirse, pero mostrando una cara conocida. La general Thrisma, la chica del ejército donde era el coliseo — Salgamos de aquí —Susurró a mi oreja hasta después de acercarse corriendo. Revisó su bolsillo trasero y sacó una esfera de metal, la puso a medias de mis cadenas eléctricas, se mantuvieron unos pocos segundos para después explotar ambas cosas y dejarme libre.

— Estás loca —Dejó caer unas botas negras a un lado de mis piernas, eran idénticas a las que ella usaba. Sin pensarlo dos veces me las puse, no era problema porque no llevaba zapatos antes.

— Luego puedes agradecerme —Inspeccionó el lugar y comenzamos a huir por donde ella había entrado.

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