Capítulo 9

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Mis ojos comenzaban a entreabrirse a causa de la intensa luz del lugar, ya no lleva nada sobre mi cabeza. Lo único que percibía era una sombra en frente de mí, trataba de golpearla al considerarla el responsable, pero mis manos estaban ancladas por dos bolas de metal en el suelo, no podía ni ponerme de pie. Me seguía siendo impedido el uso de mis poderes.

Miré a mi alrededor y simplemente había unas cuantas cajas de metal con una puerta, parecía ser un pequeño almacén. La única puerta estaba bloqueada por algunos cuantos de esos cubos.

Mi vista volvió a la normalidad al mismo tiempo que la sombra de la persona se separó unos metros de mi rostro. No podía distinguir de quién se trataba; Una máscara de gas cubría su rostro, solamente podía ver su cabello oscuro ondulado y sus vestimenta totalmente negra, tapando todo su cuerpo, a excepción de su cuello. Utilizaba guantes y playera de manga larga para lograr eso. En su mano derecha llevaba un tubo de metal.


— Hasta que decides despertar —Decidió apartar el arma que llevaba — La usaré solamente si pones resistencia —Volteó a verme de pies a cabeza — Dudo que realmente puedas hacerlo.

— ¡Muéstrate, cobarde! —No había nadie más en la sala blanca. El articulo en su rostro distorsionaba un poco su voz.

— Mira, realmente no quiero lastimarte. Únicamente quiero alejarte de todos los demás, no puedo dejar que veng... Lo pondré sencillo —Llevó su mano hasta su cara quitando lentamente su máscara, al retirarla la dejó caer en el suelo y su traje desaparecería de la misma forma.

— No lo entiendo —Sus ropas naranjas eran ocultada por alguna tecnología, en el fondo seguía siendo la persona que conocía, Pedro. Opuse fuerza con mis piernas y cintura, pero todo era inútil.

— Escuché todo lo que dijeron en el comedor. ¡Oí todo lo que quieres hacer! Y no puedo permitir que lleves a todos mis únicos amigos a esa masacre —Sus ojos comenzaron a derramar unas cuantas lágrimas que dejó pasar desapercibidas. Sus rodillas se doblaron lentamente para dejarse golpear en el suelo, estando hincado me miraba fijamente a los ojos.

—Lo miré con algo de lástima al principio, prontamente decidí responderle — Esto no lo hago por mí, ni por ti. Lo hago por todas las personas que están allá afuera sufriendo y quieren volver a la libertad que tenían, con sus familias. ¿No quieres volver con tu familia? —En cuanto lancé la pregunta una mirada fría penetraba mi alma.

— ¿Mi familia? —Gritó — ¡No sabes lo que es perder todo lo que tenías por una estupidez! Realmente no necesitábamos el dinero, pero ellos querían arriesgar todo. ¡Pude ver como mi familia moría! ¡EN MIS MANOS! —Con gran fuerza en sus pulmones resaltaba lo último. En seguida dejó caer su rostro en mi hombro. Quería abrazarlos, al menos, pero recordaba que no podía. Dejé que de alguna forma se desahogara.

— No están obligados a ir, puedo hacerlo por mi mismo —Su cuerpo se despegó de encima mismo y respiró succionando los mocos que salían por sus orificios nasales.

—Sus cejas se inclinaron —Nataly, ella no querrá dejarte a un lado. Creo que siente algo por ti y no le haré cambiar de opinión, es muy necia. Sergio le seguirá y estaré obligado a acompañarlos para protegerlos, ¿Ahora lo entiendes?

— No entiendo porque lo hace... Estoy seguro que piensa en el sufrimiento de esas personas, piensa en qué sucedería si ella permanece ahí —Rodeé mis ojos por el lugar.

— ¡CALLATE! No entiendes por lo que estoy pasando. No puedes llevarte lo único que tengo en estos momentos —Sus manos se convirtieron en puños.

— Yo... No tengo... ¡NADA! —Posiblemente exageré un poco.

—Limpió las lágrimas de ambos de sus ojos —No me perdonaría si algo les sucede. No lograría levantarme de el abismo nuevamente, no puedo volver a ser un adicto —Comenzó a caminar hacia la salida lentamente.

— ¿Qué le dirás? Dijiste que le importo mucho, pedirá una explicación cuando no me vea nuevamente —Se detuvo en seco.

—Sin voltear atrás, contestó — Le mentiré con tal de protegerla, no te presentarás al coliseo y seguiremos nuestras vidas como prófugos. Cambiaremos nuestras identidades.

— No me mantendré aquí por siempre.

— No, pero por lo menos no correremos peligro junto a ti —Volvió a mí sacando una pulsera de metal — Casi olvidaba el hecho de tus gritos por ayuda — Podríamos haber estado juntos, Kenji. Pero te gusta poner las cosas complicadas —Acercó el dispositivo a mi cuello, se ajustó para quedar a la medida y comenzaba a tejer la misma bolsa de la anterior vez.

—Segundo antes de que la bolsa cubriera todo mi rostro, le dije — La verdad siempre sale a luz, ya lo verás.

— Tienes la razón, espero que ellos me comprendan porque lo hice. Igual no le caes muy bien a Sergio. Y, por cierto, será una lástima si Evolution World te encuentra, volverás a donde todo comenzó —Fue lo que alcancé a oír con precisión. Comencé a oler un gas luego de que la puerta se cerrara. Mis ojos se cerraban lentamente, me estaba comenzando a quedar dormido. 

Aquí termina mi aventura y mis ambiciones, ¿Podría lograr tal cosa yo sólo? No lo creía posible. No tenía claro hacía dónde irían ellos después de salir de aquí, querían simplemente tener una vida tranquila y escapar.


(...)


— ¡Kenji! ¡Kenji Hashimoto! —Podría decir que pasó el suficiente tiempo para que todo hubiera terminado. El coliseo se llevaría a cabo en uno o dos días, así que desde máximo llevaba un día atado. Hasta que una voz femenina me intentaba despertar — ¡Tienes que volver! —Nuevamente esa voz, yo volvía a caer dormido. Sentía como había quitado el aparato de mi rostro y de la misma forma dejaba de sentir el imán de mis brazos, del cual me quedó marca por el tiempo y los forcejeos.


(...)


Volvía a despertar y observaba como aquella chica volteaba varias veces atrás para verme. "Estamos cerca" exclamaba repetidamente. "¿Qué? ¿Dónde estoy?" Le pregunté. Pero ella aseguraba que estaba en el lugar indicado, en el tiempo indicado. ¿Qué significaba eso?

Comencé a inspeccionar el lugar, por la forma parecía ser una carroza, pero de un metal plateado. Era rodeada por 4 vidrios azules en cada uno de sus lados; A los lados, atrás y adelante, por los cuales entraba la luz de noche, todo estaba bastante oscuro. Por la ventana de delante lograba percibir a una mujer de pelo blanco, como la nieve... Conducía el transporte con simples órdenes de sus manos, no había ningún caballo.

Un intenso dolor de cabeza me invadió, me recosté en uno de los bancos holográficos que había ahí dentro, intentaba no quedarme nuevamente dormido. Esperando alguna respuesta, pero no parecía que me escucharan afuera.

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