Epílogo

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Este batallón ha finalizado en Febrero de 2055, considerando su iniciación en Noviembre de 2053, podríamos decir que fue una guerra de casi 2 años, por lo menos eso duramos combatiendo nosotros. Pienso que llevaba mucho tiempo atrás, sus problemas debieron iniciar con anterioridad, sin que nos percatáramos de esto. 

Ahora busco un pueblo solidario y unido, donde a pesar de nuestras diferencias, logremos encontrar una solución en conjunto. Para ello deberemos tomar una cosa en cuenta: Todos somos seres humanos. Somos la civilización que le representa, no debemos realizar nuestras diferencias por grupos étnicos. Trabajé lo suficiente para lograrlo.


Actualmente continuamos con los planes previos, no me refiero al seguir construyendo un imperio humano sobre todo el universo de Andrómeda. Quiero referirme al hecho de seguir buscando gente en nuestro planeta tierra, asegurarnos de no haber olvidado ninguna de esas valiosas vidas. También continuamos con el reparto de nuestras pastillas, no de manera exagerada como antes, sin embargo, mis poderes estelares nos ayudaron a desempeñar la tarea. Sin olvidar el liberar a todos extraterrestres que se mantenían presos.

Cada grupo de rescate se asegura de vigilar hasta el último rincón del planeta inhabitable, llevando a los sobrevivientes encontrados al "Sea of stars", y posteriormente a  nuestro único hogar; El planeta Oshiro. Nuestros resultados en su mayoría eran favorables, inclusive completábamos miembros faltantes en una familia, era hermoso ese sentimiento de buena acción. Desde luego que les parecía poco creíble el comprender que sucedió durante estos años, ellos solo pasaron solos por el fin del mundo, eran un ejemplo a seguir para mí. 


— Señor Oshiro. Su baño de burbujas no puede tardar, es necesario darnos prisa —La morena comenzaba a colocarse su ropa habitual, nuestro tiempo era limitado para llenar nuestro armario — Es lindo —Miraba su hombro derecho, el sitio donde se realizó su tatuaje de una "C" siendo atravesada por una espada.

— Eso es una verdadera cicatriz de batalla. Sufriste de una manera distinta al resto, podría decir que una mayor gravedad —Saqué mi muñeca derecha del agua. Dejando ver de igual manera la tinta de mi piel — Es gracioso que ambos llevemos un recuerdo. Jamás fui fan de tatuarme el cuerpo.

—Se puso dentro de su vestido azul marino — Aguardaré afuera. Perdiste el tiempo en ese libro —Secó su cabello activando un ventilador de techo con dos aplausos. Al terminar, lo desactivó de la misma forma. Finalmente colocó su peculiar diadema dorada en forma de dragón entre su cabello chino — Te amo —Dejó un beso en mi frente antes de retirarse con sus tenis en manos.

— Yo igual —Respondí sonrojado. Volteé a observar el libro que mencionó, le había dejado sobre una cómoda a lado de la tina. Lo consideraba una bitácora de viaje de A02, estaba entre muchas de sus pertenencias. Básicamente lo titulaba "El arte de la guerra", y este sujeto veía obras de arte donde yo admiraba las muertes que dejaban, de cierta manera me parecía curiosa su manera de pensar, sin olvidar los escalofríos que sentía.

— Eso seguro te servirá para exponer su fastidiosa actitud machista —Frente a mí apreció mi madre, como sin nada. Se miraba tan real y feliz, ¡Viva!. Extrañaba admirarle con esa bata blanca y esos lentes de botella colgando de sus orejas — Te ves muy alegre con tu nueva vida.

—Me paré de la tina sin espantarme — Es la realidad que merecemos, como personas que somos —Recogí mi ropa del suelo. Mi camisa oscura con un gato de la suerte, al igual que mi pantalón azul — Tengo cosas por hacer. Y tú estás muerta, yo loco.

— ¿Qué te hace pensar que no ves muertos? —Su pregunta me desconcertó en la puerta de salida.

— Estoy loco —Salí de la carpa con muebles. Tapé mis ojos del poderoso sol que nos rodeaba. Precisamente estábamos en una misión de rescate. Puse mi mano en alto activando el sensor de la carpa, donde todo se encogió hasta convertirse en un trozo de metal plano, practico para guardar en mi bolsillo.

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