Capítulo 20

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En cuanto caímos de nuestro escondite, el asiático regordete esparció una línea viscosa en nuestro frente, inmediatamente la encendió para causar una explosión que se interpone entre ambos grupos. Eso nos daría unos segundos en lo que actuamos.

Me escabullí por detrás de uno para tomar ambos de sus brazos con una mano, mientras que con la segunda tapé su boca, con mis rayos le estaba quemando lentamente. Esperaba lograr un acuerdo para beneficiarnos, pero la cazadora se aprovechó la situación transformando su esfera arcoíris en una gigantesca lanza de dos manos. Su punta fue directo a la garganta de uno de ellos, desde luego que tuvieron su reacción.


— ¡Esa no era la idea! —Use mi rodilla para golpear el estómago de mi rehén, tirándole en el suelo.

—Sergio, volando, tomó la cabeza de un guardia para estrellarlo contra otro. El impacto les dejaría dormidos — Eran todos — Mencionó el pelirrojo.

— Ellos no dudaran en matarnos —La mujer guardó su arma diciendo dichas palabras.

— No somos asesinos, intentamos corregirlos —Fruncí el ceño contestando.

— Si nos sobrara el tiempo me quedaría a dar mi punto de vista, pero tenemos que irnos, estamos en un plan de ataque, ¿Recuerdan? —Sergio se colocó entre ambos indicando un alto.

— Tengo un plan —Añadió el japonés regordete — Recuerdo haber visto en el holograma de la general una clase de zoológico unos pasos adelante, podremos ir y causar un alboroto.

— ¿Nuestro problema no es llamar la atención? Solo vamos a expandir la que ya tenemos —Dijo el español.

— De hecho, no. Ya conocen donde nos encontramos, será mejor darles más problemas, conseguiremos una bestia que nos lleve hasta nuestros demás compañeros —Abrí las puertas al poner mis dos manos entre ellas, se doblaron un poco. Parecía ser que todos los mecanismos automáticos habían terminado desactivados para darnos problemas.


Todos seguimos al asiático hasta llegar a la sala de la que nos hablaba. Dos guardias custodiaban la entrada, estábamos listos para eso. Sergio se deshizo de uno empujándolo contra el muro con sus piernas, el segundo sintió la fuerza de mi puño.

Abrí nuevamente la puerta para lograr entrar; Una gigantesca sala con toda clase de animales, algunos encerrados en corrales, otros en peceras gigantescas, y otros en vitrinas. Todo de acuerdo a sus necesidades, de igual forma todos mantenían comida y agua, pero la única luz era la de los focos en los muros. Se mantenían engañados con muros pintados de sus hábitats.


— El hecho de experimentar en nuestra propia raza es horrible, ahora el hacerle lo mismo a animales inocentes... Eso ya es un descaro —Expresó la chica. Todos caminamos observando las criaturas con expresiones deprimentes. La mayoría de ellos mantenían aparatos colocados en su cuerpo, al igual que cada jaula tenía una pantalla indicando su registro de actividad.

— Ya que salgamos de aquí les daremos un lugar adecuado para vivir —Mencionó Koji.

— Ellos podrán ayudarnos —Me dirigí hasta un corral con varios animales de la misma especie. Rinocerontes, pero eran totalmente verdes y crecía fango por sus cuerpos — La valla es demasiado pequeña ¿Por qué no escapar? —Me pregunté.

— No sabes el trato que tienen, sus miradas expresan temor —Respondió el español —Como sea, trepemos cada quien a uno y salgamos —Movió la pequeña puerta de madera (Que apenas llegaba a nuestra cintura) y se trepó en uno, tomándole del rostro para acariciarlo.

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