Capítulo 43

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Dioses, que dolor.

Solté un quejido al darme cuenta que apenas y puedo moverme; entre abrí los ojos por los ligeros rayos de sol que se filtran por la ventana abierta. Mi cuerpo se siente como si hubiera sido aplastada por una avalancha.

Dirigí la vista alrededor para comprender donde me encuentro: un cuarto con aspecto antiguo, tal vez de la época renacentista, pintura rosada, cuadros, grandes ventanales y una cama con postes. Llamo mi atención un pitido, el cual resultó provenir de una máquina de infusión conectada a mi brazo. Suspiré y traté de relajar mi pronta tensión.

No puedo moverme sin sentir que me desvanezco, así que escapar no es una opción.

- Es bueno que estés despierta - escuché su voz, profunda y afilada desde la bisagra de la puerta - si seguías durmiendo, hubiese tenido que pensar en una mejor forma para que adquieras nutrientes.

Entro a la habitación y mi respiración se atoro. Destila un aire salvaje que impone, es como si le gritara a cada célula de mi cuerpo "depredador". Aprete los labios justo cuando se acercó a ver la sonda.

- No debería haber terminado así - se dirigió hacia la ventana y dejo que lo abrazara el sol - pido me disculpes.

¿Se disculpa por estrellarme, romperme o secuestrarme?

- Sé que no quieres hablar conmigo, pero no me parece que tengas mucha opción - argumento tranquilo y se giró hacia mí. Sus ojos siguen siendo rojos, pero el tono de su piel parece mucho más humano - llevas 5 días aquí, recuperándote y tratando de reunir fuerza.

Aquella vez que nos vimos me tomo por sorpresa que compartiéramos una sincronía mental, es sumamente extraño, pero supongo que era de esperarse por... nuestra condición.

Cerré mis ojos, pero seguí escuchando. Tengo una molestia terrible en mi costado izquierdo.

- De cualquier forma - nuevamente se acercó y coloco una mano en mi frente - tú familia te está buscando. Regresaras después de que arreglemos nuestros pendientes.

Quitó el cobertor que tengo encima y solté un quejido cuando me inclino para ver mejor mi costado.

- Estás mejorando muy lento - chasqueo la lengua y me ayudó a colocarme completamente sobre el lado derecho - necesito limpiar la herida, te dolerá.

Asentí aceptando lo que vendría. Quitó la camiseta que tengo puesta y al dejar mi piel expuesta le di una mirada, error: la mitad de mi tórax está morado y parece que algo me perforó porque tengo vendajes llenos de sangre. De manera ágil tomo un par de líquidos y los echo, apreté la quijada para mantenerme callada.

Cambio vendas y untó pomadas, previniendo futuras infecciones.

- Descansa un rato, seguro estás cansada.

Salió sin dirigirme otra mirada y dejándome con muchas dudas.

°°°

Acostada en el césped, viendo el cielo estrellado sobre mi cabeza. Me siento tan tranquila, sin preocupaciones...

- Bonito lugar - comento Gerard mientras se acercaba a paso lento.

Me levanté de un salto y corrí a abrazarlo.

- ¿Cómo me encontraste? ¿Estás bien? No nos hemos visto en...

- Un tiempo - sonrió mientras me devolvio el saludo - Me voy por un par de semanas y te secuestran ¿Enserio es tan difícil mantenerte lejos de los problemas?

Moví los hombros, incapaz de afirmar o negar su comentario. Me senté nuevamente y empecé a jugar con las hierbas.

- ¿Dónde estás exactamente? Sé que nos encontramos en alguna región entre Zúrich y San Galo, pero no estoy seguro... Algo bloquea está zona.

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