Capítulo Especial. Blake II

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2:30 AM.

Había estado descansando hasta que me vi interrumpido por un dolor, un dolor que me hacía perder el aliento y sudar en frio. En mi sueño podía observar un cuerpo tumbado sobre nieve, rodeado de algo rojo que pintaba el suelo... sangre; había empezado a rogar por ayuda y no podía hacer nada más que observar, estático. Su voz me era familiar, pero no pude identificarla hasta que abrí los ojos: Atenea.

Me levanté de la cama lo más rápido que pude y sin hacer el más mínimo ruido caminé a su habitación. Al abrir la puerta no note nada extraño, todo se mantenía en silencio y oscuridad por lo que suspiré y negué con la cabeza, tal vez ya me estoy volviendo loco o sufrí un episodio de ansiedad.

Antes de poder cerrar la puerta logré escuchar un quejido, me giré y sin pensarlo dos veces entre. Nada parecía fuera de lo normal, ella se encontraba en una posición típica de quien se mueve mientras duerme y mantenía su ceño fruncido, el cual poco a poco desaparecía.

¿Qué tan normal es ver a alguien y ser consciente de que no es perfecto pero su felicidad es suficiente para ti, logrando que te sientas dispuesto a mantener esa ilusión a cualquier costo? No lo sé... En algún momento del tiempo que habíamos compartido, descubrí que Atenea y yo creamos una conexión profunda y natural. Logramos encajar sin esfuerzo ni poder hacer nada por evitarlo... Cómo si se tratara del destino.

El sonido de su respiración acelerándose me saco de mis pensamientos, fijé mi mirada en ella y noté que sus manos apretaban fuertemente las sábanas, su frente estaba perlada de sudor.

- Hey, tranquila... está bien - comente sentándome a su lado y acariciando su cabeza.

Poco a poco se relajó y se acomodó de lado. Me levanté y caminé a la salida para evitar que despertará y me encontrará aquí, viéndola como un degenerado.

Una vez en mi habitación noté que mantenía una sonrisa en los labios, infantil; suspiré y dejé a mi cuerpo caer en el colchón. ¿Es correcto sentirme así? ¿Debería pedirle consejo a alguien respecto a lo que siento? Y de ser así... ¿Mamá sería una buena opción o Dylan?

Tomé mi pecho y sobé la zona, el dolor había vuelto; a lo lejos escuché un grito de ayuda. ¿Qué rayos está pasando?

Abrí la puerta para ir por un vaso de agua pues tal vez me esté deshidratando y ello genera alucinaciones, sin embargo, en el pasillo encontré a los chicos saliendo de sus cuartos de manera desorientada y con la mirada perdida.

- ¿Qué necesitas? - preguntó somnoliento Dylan a Hansol.

- ¿Yo? - sobo sus párpados y abrió los ojos - no fui yo... Pensé que ustedes me hablaban.

Nos miramos sin entender.

- ¿Todo está bien? - mamá salió como loca, observándonos con atención.

Mi padre venía detrás, tallándose los ojos para despejarse.

- Si... Nosotros... - comencé a decir justo cuando procesé la información. Ninguno se veía lastimado, el grito había sonado femenino, y si mamá no había sido... - Atenea.

En menos de un minuto los 5 nos encontrábamos dentro de la habitación de la chica, la cual lloraba en sueños. Nos acercamos justo cuando entro en una especie de trance, donde se arañaba y lloraba.

Me dirigí hacia una de sus manos y la sujeté contra la cama, Hansol hizo lo mismo, Dylan y papá la tomaban de los pies y mamá se acercó para intentar despertarla.

- Atenea, abre los ojos... Vamos, despierta - pidió mientras acariciaba su rostro.

Nunca había visto algo así, no dejaba de sollozar e intentar zafarse de nosotros, como si la lastimáramos. Sonaba como un pequeño animal herido, e inclusive de vez en cuando, gruñía o respiraba con grandes bocanadas de aire. Trague duramente cuando abrió los ojos y soltó un quejido profundo.

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