Capítulo 13

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Terminé conociendo toda la casa, o como yo le digo "pequeña mansión" en estos dos días, mi parte favorita sin lugar a duda es el jardín. Parece un mini laberinto, rodeado de bellos rosales y tulipanes de todos los colores existentes, acompañados de pequeños arbustos y en cada esquina un árbol grande. Estuvimos deambulando un rato hasta que nos hablaron para ver cuáles eran los pendientes.

Resulta que Kai junto con Dylan, el cual es el hijo mayor con 23 años, irán a su empresa por una junta que surgió de último momento, Cecilia tiene reunión nuevamente con las "señoras de la alta sociedad" o algo así me explico Hansol.

Éste último y Blake quedaron con unos amigos, por lo que al no desear que permaneciera sola se ofrecieron a llevarme con ellos, lo cual rechacé rotundamente puesto que sería muy incómodo.

Después de asegurarles que estaría bien y encontraría algo que hacer alrededor de 30 minutos, se marcharon.

Aproveché para dar una vuelta en la zona, no sin antes pedir un suéter y unos pantalones prestados, ya que el día promete quedarse nublado y posiblemente llover.

Ceci me los dio y, extraordinariamente, no me quedaron tan grandes como esperaba; basto con un cinturón y un ligero dobles.

Caminé por alrededor de una o dos horas, dónde pude percatarme de que la zona es bastante cara, con seguridad privada y autos lujosos.

De hecho, me encontré algunas personas ejercitándose y corriendo con sus mascotas, lo cual me hizo sonreír y recordar a mis hermanos. A ellos les encanta todo lo que tiene que ver con animales, aman por igual a los perros, canarios y vacas.

Eventualmente y como buena extranjera, me perdí en el camino, por lo que pedí indicaciones más de una vez y llegué 2 horas tarde a la casa, justo en la apuesta de sol.

- Atenea, cariño - me abrió la puerta Cecilia, dándome un fuerte abrazo - me había empezado a preocupar, llevas bastante tiempo afuera.

- Lo sé - sonreí y me encogí de hombros - lamento haberte preocupado, sólo que tuve dificultades para regresar.

- No te preocupes, lo importante es que estas aquí - cerró la puerta y me ayudó a dejar el suéter en un perchero - los chicos también llegaron, pero están con sus amigos en el jardín. Si necesitas algo, avísame ¿Ok?

- Seguro - hablé serena, y justo antes de dirigirnos a caminos diferentes, resonaron unas risas en el comedor - ¡Oh! ¿Vinieron tus amigas? Pensé que se verían fuera.

- Si... - sonó feliz pero cansada - ¿Sabes? Me gustaría que las conocieras.

- ¡No te preocupes, no es necesario! - abrí los ojos y negué con las manos.

- Vamos - tomo mi mano y sonrió - seguro te agradan.

Me arrastró hacia el comedor, donde hay 3 señoras sentadas en semicírculo, rodeadas de algunas frituras y copas de vino.

- Chicas, quiero presentarles a alguien - menciono entusiasta Cecilia - su nombre es...

Todas se giraron a verme y me petrifique por unos largos 15 segundo. Frente a mi hay una señora rubia de ojos azules tan claros como el cielo, una morena de cabello rizado con ojos tan oscuros como la obsidiana, y una pelirroja de ojos grises.

- Atenea - susurro Katalella.

Está sorprendida y yo, aún más.

- Oh... ¿Ya se conocían? - Cecilia nos miró alternamente con el ceño fruncido.

- Yo... La conozco - respondí cortante.

Antes de decir o poder hacer algo más, se escuchó como alguien entro al lugar diciendo "disculpen que las interrumpa, pero necesito..." terminando con un sonido de asombro.

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