Cenamos y platicamos nosotros tres por un par de horas, todo manteniéndose con risas y sonrojos por parte de Blake a comentario que hacía su madre sobre su infancia.
Para este momento el dolor de mi pecho se había ido, dejándome disfrutar de la compañía y felicidad que me brindaban.
Cecilia me llevo a una habitación, en la cual podría descansar y tomar una ducha. Blake se despidió diciendo "te veré mañana" y depositando un suave beso en mi cachete, dejándome ligeramente aturdida porque no estaba segura si aquí se despiden igual que en mi país.
Después de bañarme tranquilamente, use la ropa que me dejó Cecilia para dormir, la cual consiste en un blusón holgado y un short corto color lila.
Camine por la habitación, intentando familiarizarme con ella. No fue necesario invertir demasiado tiempo, pues es obvio que fue hecha para que alguien estuviese aquí: cuánta con una cama, paredes de color azul rey con relieve en forma de olas, un escritorio, librero pequeño, el closet y un par de mesitas de noche.
Es magnífica la diferencia de ambiente que tiene en comparación con la de los Morgenstern, pues mientras aquella desprendía misterio y frialdad, aquí todo parece acogedor y cálido.
Avance hasta el balcón y me tomé un momento para mirar, notando que da a un lindo patio trasero, lleno de plantas y árboles bien cuidados; las luciérnagas salen y se muestran por segundos para después desaparecer en la oscuridad.
Sonreí y me prometí bajar mañana temprano para poder oler y tocar todo.
Regrese hacia la cama bien entrada la noche y al reposar mi cabeza en la almohada, me di cuenta que tal vez, y sólo tal vez, podría darme el lujo de tener esperanza.
°°°
Me encuentro a la orilla del mar, sentada y con los pies enterrados en la arena. El sol va saliendo tranquilamente por el este, dejándome ver una preciosa gama de colores en el cielo, los cuales se reflejan en el agua y parecen llamarme.
- Yo que tú, no lo hacía - escuché a alguien hablar tranquilamente.
Al girarme vi a una persona que se acerca hacia donde estoy, pero no logro identificar nada por los destellos de luz.
- ¿Cómo llegaste aquí? - hablé extrañada.
Al llegar a mi lado, no me miró, sólo se detuvo y observo el paisaje.
Me levanté y lo analicé.
El chico de ojos bicolor lleva una linda ropa blanca, tanto que podría deslumbrar a cualquiera; su perfil sin duda es una ensoñación y su cabello parece tener un acabado cobrizo.
Me miró de reojo y sonrió de lado, probablemente porque estoy siendo demasiado obvia en mi "análisis crítico".
- Curioso - susurro para sí, girándose para observarme de frente.
Si antes me encontraba atontada, ahora ni siquiera puedo respirar. La combinación de su ser me hace estremecer y darme cuenta de cuan fascinante puede llegar a ser un ser vivo...
- ¿Por qué me trajiste?
- Yo... ¿Qué? - arrugue las cejas, dejando a un lado mi admiración.
- Si, tú me trajiste hasta aquí. Quiero saber por qué y cómo lo hiciste - exclamo calmado, pero demandante.
- Yo no te llamé, probablemente ni siquiera deberías estar aquí después de cómo me trataron - me volví a sentar y agarre un puñado de arena, la cual fue resbalando lentamente de mi mano.
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Los Morgenstern
RandomVolteé a mi alrededor, observé a cada persona y la forma en la que me miran: hay miedo, sorpresa, sarcasmo, enojo y orgullo. Cada miembro de este lugar me considera una amenaza o un medio para hacerse notar. Alcé la cabeza altivamente y aprete los...