Capítulo 34

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- Eres todo un caso - comento Tobías.

Estamos sentados en la sala, donde todos están tratando de analizar lo que les he contado. Gerard se quedó en todo momento a mi lado, en demostración de apoyo.

Saqué a gandacul de mi bolsillo y lo sostuve un momento en mis manos, notando que se mantiene tibia.

- No tienes idea de cuanto me estresa todo esto - les pase la roca para que pudieran verla - No creo que funcione igual, pero ahora es importante cuidarla.

En realidad, reaccionaron mejor de lo que esperaba. No hay gritos, sustos, molestia ni tristeza, solamente aceptación y resignación.

Suspiré tranquila.

- Si no tienen inconveniente, me gustaría dejar sus conclusiones para otro momento - dirigí la mirada al suelo y frote mis párpados - estoy algo cansada.

- Tiene razón - Gerard se estiró - ha sido un día activo.

- Descansen - me despedí y salí sin detenerme, hasta la habitación.

Llegué a la cama y cerré los ojos.

Que comience la cuenta regresiva.

- ¿Sigues despierta? - pregunto apenas en un susurró mientras se adentra.

3,600 segundos tarde.

- ¿Venías de rodillas? - me incorporé y le miré - olvídalo... Incluso así hubieras llegado antes.

- Tenía que asegurarme que tus padres se durmieran - dijo Gerard mientras abre las puertas que dan al balcón - si se enteran de lo que haremos, te aseguro que me torturaran hasta la muerte.

- No creo que debas preocuparte en demasía - lo seguí - después de todo, tu familia es por mucho, mucho más letal y peligrosa que todos nosotros.

- Cierto, pero a mis hermanas no les dará gracia encontrarme allá abajo - chasqueó los dedos y después de asomarse, se aventuró a una caída de 3 metros.

Solté un grito ahogado y me asomé, esperando verlo con algo roto.

- ¿Cómo...?

Hay un colchón justo debajo, dónde él se encuentra recostado

- Diablos, me espantaste.

- Vamos cariño, salta - palmeó su costado y sonrió.

Si no estuviera viéndolo, creería que es una broma o alucinación. Atravesé el barandal y salte, consciente de que estamos locos por intentar algo tan estúpido, cuando podríamos salir por la puerta principal.

Mi caída apenas duro unos segundos.

- Bien, vamos - me tendió la mano y emprendimos el camino.

Avanzamos entre casas y salimos a la avenida principal. Me tomo del hombro y empezó a susurrar, de sus dedos comenzaron a salir chispas y el aire se volvió ligeramente más pesado.

- Mantente cerca de mí en lo que llegamos.

- ¿Un glamour? – fruncí el ceño.

- Escuché lo que el Sr. Dugès te dijo, y no podemos darnos el lujo de que nos descubran - giramos nuevamente, en dirección a el centro de la ciudad.

- Inteligente – comenté, asintiendo con la cabeza.

10 minutos después, nos encontrábamos frente a un callejón, donde apenas se logra ver el inicio, ligeramente iluminado por la farola. No nos encontramos con muchas personas, debido a la hora. Todo parece indicar que el tiempo y lugar son perfectos para una película de terror.

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