Capítulo 10

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- Entonces... ¿Qué hace una chica como tú tan lejos de casa? - preguntó después de haber comido la mitad de nuestros pedidos: una hamburguesa con acompañamiento.

Me trajo a un lugar que da la impresión de ser rústico, llamado On&Soul. Lo curioso es que resultó ser magnífico, debido a que es un restaurante con mesas de corteza de árbol, asientos con colchonetas o bancos largos, rodeado de plantas y luces proveniente de farolas; sirven comida rápida deliciosa, carne de búfalo asada a la perfección, hamburguesas, pasta con toque aristócrata, ensalada, papas a la francesa en su punto, y según Blake, las pizzas y platillos "clásicos europeos" no se quedan atrás, pues al ser vecinos, tienen la "receta secreta".

Tragué el pedazo de hamburguesa doble, ya que me agarró justamente en mi momento de deleite.

- Si, bueno - miré discretamente hacia los lados - yo... Vine con alguien, pero resultó ser un estafador. Ahora necesito encontrar la forma de regresar a casa y no morir en el intento - solté para aligerar el ambiente, pero él no sonrió, sólo apretó los labios y asintió.

Al darle un mordisco a las papas que le acompañan, cerré los ojos de placer. Es la combinación perfecta de cocción, sal y suavidad.

Al abrirlos, me percate que Blake me miraba divertido.

- ¿Qué? ¿Nunca has visto a una mujer en medio del deleite?

- No es eso - río - las he visto, sólo que no comiendo.

Achiqué los ojos y solté una risita; no creo lo que escucho. ¡Me está hablando en doble sentido! Pensaba que la gente en este lado del mundo no conocía el doble sentido, pero sin duda me llevo una sorpresa.

Seguimos bromeando por un rato más, acabamos de comer y salimos tranquilamente para dar un paseo, pues según él, es importante caminar un poco después de alimentarnos.

Llegamos a un parque bastante bonito, donde hay niños jugando y señoras platicando, ancianos jugando con sus perros y señores conviviendo con sus familias. Sentí familiaridad y cierta calidez; me recuerdan a mi familia y las veces que estábamos de esa manera.

- Atenea... - Blake llamo mi atención.

Me mira con cierta precaución.

Soy una persona que puede ver lo que la gente siente con un simple gesto, pero este chico es un libro abierto para mí, todo parece que puedo entenderlo y hasta cierto punto, sentirlo.

- ¿...Dónde pasarás la noche?

Es una buena pregunta. Son las 6 de la tarde y dentro de poco oscurecerá por completo, además de que el frío se está volviendo crudo.

- No estoy segura, probablemente debí ir al banco a cambiar el poco dinero que traigo conmigo - solté acompañada de un sentimiento de pesadez, porque si, él había pagado la comida y se negó a recibir el mío porque "no lo hace un caballero y ni siquiera es la misma moneda" - creo que lo más viable es dormir como vagabunda hoy, mañana iré y buscaré un lugar barato.

- Entiendo - empezó a mover sus manos nerviosamente, de repente giro hacia mi - escucha, podrías quedarte en mi casa hoy, seguro les encantará.

- ¿A tu casa? No gracias.

Me agrada, pero no sé qué tan inteligente sea ir con un desconocido a su casa. Menos cuando habla en plural.

- Vamos, estarán mis padres y probablemente alguno de mis hermanos; tenemos suficientes cuartos para visitas - me tomo de las manos y dijo tranquilamente - déjame ayudarte.

Lo observé detenidamente. Sus ojos tienen una especie de brillo y sus mejillas están ligeramente sonrojadas; noté ligeros apretones en mis manos, como energía eléctrica que busca tentarme. Solté un suspiro y dejé que mi mirada viajara entre las personas de alrededor. No tengo muchas opciones, pues bien, me voy con él o duermo en algún puente, porque no regresaré ni de broma con los Morgenstern.

Con solo recordar la frialdad de los ojos del chico llamado Ender, mi cuerpo tiembla. Así que, no. No es opción.

- Bien, pero ¿No causare problemas? Es decir, soy una extraña que de repente entrará en tu hogar.

- Tranquila, confía en mí - nos levantamos y empezamos a caminar.

"Confía en mí". Esas palabras siempre me han generado un problema. La mayoría de la gente las dice a la ligera, haciendo que los demás den todo de sí y al final los decepcionan.

Terminamos tomando un taxi porque empezó a llover. Las casas en esta región son grandes y bonitas, con diseños gratamente anticuados.

Nos detuvimos frente a un lugar magnífico, parece un mini castillo, con columnas de mármol altas e imponentes; está rodeado de un par de árboles y rosales. Bajamos corriendo por que la lluvia se ha convertido en tormenta.

Trague el nudo que se había formado en mi garganta, sin estar segura a qué se debe mi creciente nerviosismo: a qué pronto entraré en una casa con gente nueva, a ser tratada mal, a la probabilidad de ser secuestrada y que jamás me encuentren o simplemente al clima.

Blake noto mi ansiedad, por lo que me agarró de los hombros, bajo a mi altura y me guiñó un ojo:

- Todo saldrá bien.

Ingreso la llave y abrió la puerta.

Los MorgensternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora