Capítulo 53

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- Por favor, entra.

Dos hermanos silenciosos me han estado guiando por algunos túneles, desde que llegue. Finalmente nos detuvimos en una celda y abrieron la puerta.

- Regresaremos en un momento - comento uno de ellos para alejarse sin más.

No la cerraron, así que supongo estoy en calidad de "invitada".

Me gire para ver si hay algo especial o porque le genera tanta preocupación estar aquí a la mayoría de los Nefilim, pero solo es como un cuarto vacío y lúgubre: 3 paredes, rejas, 30% de visibilidad y ninguna ventana.

Pase una mano por mi cabello y me tumbe en el suelo. Este lugar es realmente aterrador si te detienes a pensar dónde diablos te encuentras parado. Cuando veníamos hacia acá había varias cajas pequeñas como si fuesen cuerpos que han sido cremados, acompañados por cientos de cráneos que forman arcos.

- Así que solo estamos tú y yo - comenté en voz alta para mí misma. Espero no verme como una loca.

Pasaron unos pocos minutos, tal vez 45, cuando escuché unas ligeras pisadas.

- Atenea Morgenstern - un hermano silencioso apareció frente a la puerta. Levanté la cabeza - acompáñame.

Simplemente me coloque de pie y empezamos a caminar.

- Mis hermanos...

- Están abajo.

¿Abajo? ¿Cuántos pisos hay?

Comenzamos a descender por algunas escaleras, pegadas a la pared y bastante lisas. ¿Acaso los Nefilim se sienten inquietos con los hermanos silenciosos por su aspecto o es el aura que les rodea? En los libros los señalan como los guardianes de los Nefilim, aquellos que procuran la justicia, transparencia y son sumamente poderosos; se dice que uno de ellos ayudo a Jace Herondale a manejar el fuego celestial que lo corroía, e incluso pudo regresar a ser un hombre normal tras tener contacto directo con su sangre. Si eso es cierto, podría decirse que son de los seres más inauditos que podremos encontrar.

- No te quedes atrás - su voz sonó completamente neutra en mi cabeza - se irá haciendo más oscuro conforme bajemos. Si te pierdes, puedes resultar herida.

Aceleré el paso y quedé a pocos centímetros. 350 pasos después, llegamos a un salón circular, donde logré distinguir a 6 hermanos silenciosos de pie en la sala, algunas antorchas para alumbrar el lugar y los chicos a un lado.

- ¿Por qué tardaron tanto? - pregunté en un susurro mientras caminaba hacia ellos.

- Olvídalo... ¿Por qué tardaron ustedes en llegar? ¿No sé supone que ya estaban aquí? - Tobías debatió mi pregunta.

- Tenemos que examinar algunos de sus recuerdos para poder ser conscientes de la fuerza que posees y el potencial al que aspiras - el hermano que me trajo, hablo.

El resto de ellos se colocaron siguiendo la forma de las paredes, dejándonos a los 3 en medio.

Asentí, tomando la mano de ambos chicos y cerré los ojos, controlando la respiración. Imágenes de mi vida entera pasaron como una película: Una pequeña yo de 3 años jugando con crayolas, a los 5 mientras pateaba un balón, a los 8 en una pista de patinaje... Mi cerebro se volvió un collage de momentos vergonzosos, divertidos, cariñoso y nostálgicos. Temblé cuando nos encontramos en los más recientes: golpee personas, los lastime, los mate. Sangre, venganza, cautela...

Cuando regrese, estaba arrodillada. Había soltado sus manos.

- Ven - Kennet me ofreció una mano mientras Tobías me sostenía por los hombros.

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