Habíamos jugado a las escondidas, serpientes y escaleras, ajedrez y luchitas. Ahora Jake me tendía un control de su consola.
- Yo... Prefiero verlos jugar - sonreí y negué con las manos.
- Pero yo quiero jugar contigo - hizo un morrito y se colocó en cuclillas.
Jake era la persona más tierna que había conocido en estos últimos meses, sus ojos eran sumamente expresivos y su actitud cariñosa y preocupada me hacía querer meterlo en una manta y cuidarlo eternamente.
- ¿Por qué no ambos me enfrentan? Estoy seguro de que no son competencia para mí - Loan nos guiño un ojo. Jake lo miro tan feo que solté una carcajada pura.
- Ven Jake, le enseñaremos como se juega - se acercó y tomo asiento entre mis piernas.
- ¿Sabes cómo se hace? - me susurró mientras ponía sus manos sobre las mías.
- Claro - susurré de igual manera - lo dejaremos muerto antes de que se de cuenta.
Nadie sabía que era una experta en videojuegos debido a mis hermanos. Con Sam aprendimos a jugar hace 7 años, ambas amábamos estar horas frente a este tipo de consolas; cuando nació Thomas lo suspendimos temporalmente, pero al cumplir 2 años, el niño aprendió a manejar esa cosa y nos divertíamos los 3. Mi especialidad son los juegos de peleas o carreras, pero se jugar de todo.
Apenas empezó la partida comencé a realizar comandos bastante hábiles y en menos de 30 segundo la pantalla mostraba nuestra victoria.
- ¡Si! - Jake me abrazo y se levantó para hacer un baile.
- ¿Pero qué? ¿Cómo? - Loan me miraba bastante sorprendido.
- Que te puedo decir, somos magníficos - me levanté y le seguí el "baile" a Jake.
- ¿2 de 3? - pregunto el mayor, haciendo que nos detuviéramos.
- ¿Qué dices, le damos otra oportunidad?
- Claro, ¿Puedo jugar el siguiente? - sus mejillas se inflaron.
- Sabes que si - acaricie su cabello y retomamos la posición inicial.
Las partidas se repitieron continuamente, Loan se dejaba ganar cuando competía con Jake, pero a mí no me perdonaba ninguna; poco después era yo contra ellos dos y así estuvimos hasta que dieron las 9:30.
- Vamos Jake, es hora de dormir - comento Loan mientras se levantaba del sillón. El pequeño se encontraba acostado sobre mí, dejándome acariciar su cabello.
- ¿Me puedes leer una historia? - su voz se escuchaba adormilada.
- Seguro, vamos - se acercó a nosotros y tomo al niño en brazos.
- Quiero que ella lo haga, tú no - se recargo en su hombro y me miró.
- Ohh claro, no tengo problema - comenté mientras me levantaba y los seguía hacia su recámara.
Al entrar vi una cama matrimonial con colchas color azul oscuro y un estampado de un cohete, las paredes combinaban con la cama, contenían pegatinas nocturnas de estrellas que brillaban y había una ventana cubierta por cortinas blancas.
Loan colocó a Jake en la cama y empezó a acariciar su cabello y frente suavemente.
- Nea, ¿Te sabes el cuento del perro feliz? - tomé su manita y me senté.
- No... Pero te contaré otra historia - se recostó en mi brazo y me miro. Loan se sentó al final de la cama - había una vez una pequeña niña que lloraba todas las noches por lo sola que se sentía, sus padres nunca estaban en casa; ella deseaba con todas sus fuerzas el tener un amigo en quien confiar.
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Los Morgenstern
RandomVolteé a mi alrededor, observé a cada persona y la forma en la que me miran: hay miedo, sorpresa, sarcasmo, enojo y orgullo. Cada miembro de este lugar me considera una amenaza o un medio para hacerse notar. Alcé la cabeza altivamente y aprete los...