Capítulo 22

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Hemos estado aquí 5 horas, nos hemos subido a casi todos los juegos mecánicos y montañas rusas, entrado a todo tipo de casas y jugado lo manual.

- ¿Puedo ir? - dije como niña chiquita señalando al puesto con algodones de azúcar.

- Jajaja adelante - menciono Blake.

Les di 2 de los peluches que ya traía y corrí hacia el puesto.

- Buenas tardes, me puede vender uno por favor.

- Claro, un momento - encendió la máquina y empezó a hacerlo - ¿Alguna figura?

- ¿Puede hacer un corazón?

- Por supuesto.

Encantada giré para ver a los chicos, los cuales parecen estar bromeando entre ellos.

Regresé a mi posición original y empecé a balancearme.

- Disculpa... - tocaron mi hombro y al girar me encontré al chico de la entrada - ¡Oh! Eres tú.

- Oh... Hola - no entro en mi asombro, pensé que no lo volvería a ver.

- Lamento interrumpir tu momento de apreciación a la naturaleza, pero creo que tú algodón está listo - Me voltee para agradecerle al señor, pero algo sucedió.

De un momento a otro el clima se hizo frío y escuché un grito, un grito desgarrador y lleno de dolor. En ese instante, tratando de distinguir de dónde provenía, el chico me tiro al suelo y ahí fue cuando los vi: los animales están atacando a las personas, alrededor de unos 15 lobos, claramente agresivos.

Busque con la mirada a Hansol y Blake, pero al estar en una posición tan incómoda no lograba hacerlo.

La persona con la que estaba hablando me hizo arrastrarme lentamente hacia atrás del carrito de algodones.

- No te muevas de aquí ¿De acuerdo? - su miraba demostraba preocupación - Vendré a buscarte.

Sin más salió de mi rango visual, dejándome sola y un poco aterrada. ¿Qué diablos le sucede al mundo actualmente? Negué con la cabeza y en cuanto me giré para poder buscar algún lugar más resguardado, me encontré frente a lo que en un principio creí que era un animal normal: alto, grande y con dientes puntiagudos llenos de sangre, similar a un lobo, aunque un poco más grande, el cual me observa cuidadosamente y enseña los dientes.

Retrocedí poco a poco, rezando que me diera suficiente tiempo para correr.

Lentamente fui levantándome, teniendo la mirada del animal en todo momento.

Sin esperar demasiado, salí corriendo, esquivando cuerpos y cosas que cubrían el suelo; al dar la vuelta en la esquina giré para encontrarme al lobo siguiendo mis pasos de cerca.

Vi un árbol alto y sin pensarlo dos veces empecé a trepar; la adrenalina corre por mi cuerpo, las manos me tiemblan un poco, por lo que resbalé y al irme recuperando sentí como jalaban de mi pantalón.

- No, suéltame - había empezado a llorar sin darme cuenta.

Logré liberarme rasgando el pantalón y me abracé al árbol.

El lobo brincaba y rasgaba la corteza buscando soporte. Cerré los ojos y respiré profundo. Todo es una locura.

De un momento a otro escuché un quejido y gruñidos. Limpie mis ojos, notando que frente a mí hay un lobo de pelaje plateado peleando con el que me venía siguiendo. No dejaban de morderse y girar entre ellos. Terminó en cuanto el peligris mordió el costado del otro, logrando una herida profunda y el lastimado salió arrastrándose, probablemente para fallecer en otro lado.

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