Capítulo 30

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- Por favor, toma asiento - me indicó, señalando la silla frente a él.

- ¿Y bien? ¿Por qué estoy aquí?

- Directa y poco educada - susurró y chasqueó la lengua - ¿Qué sabes de los que... Son como tú?

- Nada.

Gerard me había dicho antes de irse lo peligroso que podría ser que todos se enteraran en una situación tensa, y claramente esto clasifica.

- Ya veo - tosió y junto sus manos - ¿Sabes en lo que te convertiste?

- Vampiro, lo sé. Pero desconozco que lo provocó.

- Tengo un par de teorías que quisiera corroborar, si no te molesta - comento levantándose. Se giro hacia la ventana y empezó a silbar como si nada, lo que hizo que lo mirase enarcando una ceja.
De un instante a otro note como algo brilloso se diría a mí, por lo que solté un grito y me tiré al suelo.

- ¿Qué diantres le sucede? - alcé la voz mientras me levantaba.

Una navaja de 10 cm y lo que parece un shuriken se encuentran clavados en la puerta.

- Tienes buenos reflejos - concluyó mientras me inspecciona con sus fríos ojos - muy bien, tengo un par de libros para que leas y te cultives. Aún no pasas tu prueba, pero tomando en cuenta la situación, podemos hacer una excepción temporal.

- ¿Qué excepción? - lo mire con precaución.

- Tendrás más tiempo para cumplir con ella.

Sin más se acercó a su buró y tomo 4 tomos grandes de libros; parecen antiguos y realmente pesados.

- Léelos con atención. Te veré en 2 días para hablar de ellos.

- Entonces... ¿Ya me puedo ir?

- Adelante, no me sirves de nada si no tienes noción ni de ti misma - dijo despectivamente mientras hace señas con la mano para que salga de su vista.

Confundida, tomé los libros y salí de su oficina.

La recepcionista ni siquiera se despidió cuando salí, por lo que bufé. Al estar fuera y mirar el cielo, deje de creer en mi suerte. Parece que pronto lloverá.

- ¿Por qué yo? - suspiré mientras me encaminaba hacia un lugar tranquilo o donde pudiera comer algo.

Al final encontré una tienda de conveniencia, por lo que entre y compré un par de sopas instantáneas, dulces y jugos. Tomé asiento en una de las mesas ubicadas al fondo y empecé a leer.

El tiempo pareció ralentizarse, lo que parecieron minutos en realidad pasaron a formar horas, 4 para ser específica. Nadie me ha marcado y no tengo mensajes... Lo cual es sorprendente.

Me estiré y dejé salir un leve suspiro, para desperezarme. Comencé a observar el lugar y las personas que se encuentran en él; llamo mi atención una chica morena y de cabello lacio, la cual choco con un estante y maldiciendo en voz baja se estiró para tomar unas galletas. Al acercarse a pagar, empezó a buscar su dinero, pero no parece tener demasiada suerte... solo saca pelusas y un par de listones. Sin pensarlo demasiado, me levanté.

- Disculpa, ¿Te molesta? - pregunté mientras señalaba con un par de monedas.

- ¿Qué? - sus ojos son del mismo color que los míos - Oh no, olvídalo.

- Por favor, insisto... - comenté y sin más le pedí al señor que se cobrará - fue un placer.

Regresé a mi asiento con una sonrisa.

Mis padres decían que soy una persona con mucho ángel porque procuro ayudar sin interés, pero yo lo veo como algo normal. De hecho, muchas veces he pensado que, si mis hermanos se encontrarán en una situación difícil, me gustaría que alguien les diera una mano o apoyara en caso de que no estemos.

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