Capítulo 56

324 38 4
                                    

Al cerrarse el portal sentí mis piernas temblar.

¿Qué diablos había sucedido?

- ¿Atenea? - la voz de Ender me hizo alzar la cabeza - ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo?

Pase la mirada por su rostro. Si le digo ahora, es probable que se ponga como loco y quiera hacer algo atroz; lo mejor es pensar las cosas con detenimiento y encontrar la mejor ruta.

- Aquí hace frío - sonreí mientras me levantaba.

- ¿Segura que todo está bien? - me dedico una mirada aguda.

- ¿Por qué te mentiría? - cruce mis brazos frente el estómago, abrazándome. Una idea cruzo mi mente - en realidad... ¿Podrías cargarme?

- ¿Porqué? - se detuvo y sus ojos grises conectaron con los míos.

- Estoy tiesa de frío. Si sigo caminando me romperé - solté en un quejido.

Después de unos segundos dio su brazo a torcer y me permitió subirme en su espalda. No me preguntó nada y naturalmente me fui quedando medio dormida por la calidez de su cuerpo. Al llegar a casa distinguí algunas voces.

- ¿Cómo les...?

- Alto - la voz de Ender se volvió un susurro - está dormida.

- ¿Le fue bien? - Tobías susurro de vuelta.

- No lo sé.

Alguien me intento separar del peliblanco, pero estoy tan cansada que no quiero moverme, por lo que solté un quejido y me aferré a mi fuente de calor.

- Deja, ya la llevo yo - Ender avanzo entre los pasillos y entro a mi habitación.

Me depósito en la cama, quitó los zapatos y arropó.

A las pocas horas desperté con un dolor terrible de pies. Me levanté lentamente y suspiré, el reloj marca las 6 de la mañana.

Cambié mi ropa y salí para tomar un respiro. Al acercarse el invierno, hay un clima bastante fresco y una ligera niebla que hace ver a nuestras flores un tanto enigmáticas. Avance a paso lento y me puse a pensar... Hoy es 24 de noviembre, falta una semana para mi cumpleaños. Normalmente pasaba el día con mis papás y hermanos pequeños, pero en esta ocasión...

- ¿Qué haces despierta tan temprano? - me sorprendí al escuchar la voz de Kennet.

Se acercó a mi trotando. Por el pants que lleva, asumo que se levantó a hacer ejercicio.

- ¿Por qué estás aquí haciendo ejercicio con este clima? - decidí preguntar.

Me sonrió y revolvió el cabello.

- Es bueno para el cuerpo - tomo mi mano y me obligó a trotar con él - además, no hace tanto frío aún, solo estamos a 11 grados.

Chasque la lengua de inconformidad. Ellos sufren de reumas a temprana edad por cosas como esta.

- Ke- Kennet - hablé entre cortado por lo doloroso que resulta respirar un aire tan frío - ha- hablemos. Por- favor.

Escuché su carcajada mientras entramos a la casa y me llevaba a la cocina. Una vez ahí, puso a hervir algunas raíces y coloco su sudadera sobre mis hombros.

- Siéntate - señaló las sillas y comenzó a cortar algo de pan - ¿Quieres una rebanada o dos?

- Tres - le sonreí medio congelada.

Separo 6 rebanadas y las coloco sobre el sartén con un poco de mantequilla.

Pasados 10 minutos ya teníamos un delicioso té caliente de rosa con jengibre y algunos panes tostados con fresas esparcidas.

Los MorgensternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora