69) Celebridades.

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Sabrina iba junto a mi papá, en la parte delantera del Jeep. Ambos lucían impecables. Él, con su traje oscuro elegante y, mi hermana, con su vestido de tirantes y de colores pasteles. Algo que resaltaba en ella esta noche, eran sus preciosos ojos azules.

—¿Estás cómoda con tus tacones? —pregunté. Se la veía como toda una mujercita con ellos puestos.

Compramos tacones nuevos para usar esta noche y, para ayudar a aflojarlos, toda la semana los usamos en cada oportunidad que tuvimos. Es decir, todo el tiempo que pasamos en casa. El día que salimos con Yami de compras, le di la misma sugerencia.

—Sí, tu consejo me ayudó mucho. Incluso los domino con más seguridad. Y que se abrochen en mi tobillo me da más confianza.

—No debiste comprarlos tan altos —El comentario de mi papá, metiéndose en la conversación, nos sorprendió. —Todavía eres una niña.

—Sólo es una noche papito —Ella le sonrió. El día de las compras, Sabrina se había enamorado de aquellos tacones y no hubo manera de decirle que no. Ella se propuso aprender a caminar muy bien con ellos para esta noche.

Hoy era de aquellas pocas veces que mi papá se daba el tiempo con su cabello. Lo llevaba muy bien peinado hacia atrás y, afortunadamente, aún no formaba parte de aquel grupo de hombres quedándose calvos y mostrando sus entradas. En su muñeca izquierda lucía aquel reloj que tanto le gustaba, pero se reservaba para ciertas ocasiones, como la cena con los Henderson, por ejemplo; y esta noche. Y qué decir de su perfume. ¡Me encantaba cómo olía! Moría por decirle <Papi, te ves radiante. Increíble. Hermoso. Morirán de envidia al verme llegar de tu brazo. Hueles y te ves como todo un galán>. Pero, apenas podía simplemente abrir mi boca para decirle que lucía bien, entonces ¿cómo iba a decirle todo eso?

—¿No olvidan nada? —preguntó el conductor.

—No —respondí con un suspiro—. Nuestra ropa para las presentaciones de talento ya está en el AC. Todos llevamos el día de ayer nuestros implementos para que sean ubicados en los camerinos.

—¡Estoy muy emocionada! —chilló mi hermana de pronto—. Nuestra coreografía está increíble y muero porque la vean ¡ya!

—Yo tengo el estómago revuelto. Preparé dos canciones con el profe Terry y no consigo recordar cuál es la primera línea de cada una.

—Tranquila —Mi hermana regresó a mirar y me sonrió. —Te saldrá increíble. Además, la segunda es cuestión de amor y tus instintos amistosos, van a ayudarte.

—Te adoro Suka.

Levanté un poco la cabeza y me senté más erguida. Gracias al espejo retrovisor, la mirada de mi papá se cruzó con la mía y mi corazón dio un vuelco. Era realmente extraño y aún más, la manera en que me observaba: tranquilo, nostálgico, enternecido.

* * *


El pasillo romántico que cruzamos para llegar al Coliseo tenía luces tenues y podías reflejarte en las improvisadas paredes. Y el arco de flores a la entrada del Coliseo era realmente hermoso.

—Qué hermosas, por Dios —comentó una mujer de cabello muy corto, claro y ondulado, al vernos llegar. Ella había sido contratada para tomar las fotografías en el arco de flores, junto con un equipo completo de profesionales en el tema, para que podamos tener los recuerdos que queramos en esta velada. —Sus hijas son realmente hermosas, señor....

—McVey. Roger McVey. Y, muchas gracias.

—Encantada de conocerlos —estiró rápidamente su mano a los tres y saludó de prisa. Su voz era un poco gruesa y sus facciones no eran tan finas. Su vestido de gala era suelto y de un tono rosa pálido y café a la vez, y todos sus movimientos eran firmes y apresurados. Se notaba la gran explosión de energía. —Mi nombre es Mara y esta noche, les brindaré la mejor fotografía de entrada a este, su baile de gala familiar y navideño.

—Encantados Mara.

Luego de posar juntos y sacarnos varias fotografías: los 3, mi papá y yo, mi papá y Sabrina, mi hermana y yo, nuevamente los 3 y cada uno por separado, nos encaminamos hacia las enormes mesas con decoraciones impecables, donde un gentil caballero nos indicó nuestros lugares, luego de dar mi nombre y el de la pequeña rubia a mi lado.

Me encantaría que mi hermano estuviese aquí, y poder tomarnos una fotografía los cuatro juntos. Debe verse tan guapo dentro de un traje, que me hace sonreír sólo de imaginarlo. Lastimosamente, las cosas son diferentes.

No había mucha gente aún, ya que, por ser presidenta del Consejo, me vi obligada a estar más temprano. Así que empezaba a darme calor con mi vestido azul marino, conforme la ansiedad se hacía presente en mí.

Ni mis primos, ni mi tío, ni ninguno de mis amigos llegaba aún y no me quedaba más que intentar acomodarme en mi asiento con mi abultado vestido. El cual era largo, en la tela azul marino y con destellos rojos. Descubierto totalmente en mi espalda y, además, dejaba a la vista mi escote. Ligeros tirantes no dejaban a mis bubis caerse y de la cintura hacia abajo, era un intento de vestido de Cenicienta, ya que su volumen no era tan exagerado.

Moría por ver a Harley con su elegante traje. Jezabel me contó que había quedado verdaderamente satisfecha con los resultados y que se sentía toda una vestuarista de famosos. Todos deben lucir realmente guapos esta noche, pero ¡no llega ninguno!

—Debo ir a ver cómo va todo —hablé en voz alta hacia ambos e indiqué hacia el escenario antes de levantarme. —El profe Giorgi está allí.

—¡Llegó Yami! —Mi hermana no esperó dos veces y se levantó para abrazar a su amiga en medio camino y correr juntas al arco de flores para que Mara las fotografíe.

—¿Está bien si me ausento un momento nada más? —pregunté a mi papá.

—Ve.

Caminando lento, pero muy cómoda con mis tacones, llegué al escenario y me tropecé con Daniel.

—¡Señorita presidenta, luce usted bellísima! —elogió divertido. Tomó mi mano y me dio una vuelta haciéndome reír.

—Muy gentil de su parte, joven Williams. Se ve usted... —solté una risa y se unió. —¡Te ves totalmente diferente! Jamás creí que te vería con algo que no fuese un exterior o ropa deportiva. Luces muy bien Daniel.

—Pues ya ves. Sólo quiero impresionar a una Junior esta noche.

—¿Junior? ¿La conozco?

—Tal vez —guiñó un ojo hacia mí y luego se disculpó antes de irse.

Me acerqué hasta la entrada de los camerinos, dispuesta a entrar y revisar todo. Tarareando las canciones melódicas que se escuchaban de fondo, mis pies se detuvieron cuando sin querer, regresé a mi mirar en dirección a la entrada. No era Harley dejándome sin aliento, eran Puthany, su hermano Theo y su amiga Yadira la pelo lila, entrando como celebridades a nuestro baile de gala.

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