17) Bromas Pagadas.

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Cuando terminé de decir todo aquello, ya era tarde para arrepentirse. Sus ojos se abrieron de par en par y permaneció en silencio. ¿Dónde está Suka ahora que necesito que me abrace?

—Lo siento, yo... —balbuceé al fin calmada. Era peor su silencio y sentir que me clavaba una mirada de pena encima. —Sé que no nos llevamos bien, pero... ¿Podrías...

No terminé de pedir y redujo los pasos que nos separaban de inmediato y me envolvió en un abrazo. Escondí mi cabeza en su pecho y sollocé, una vez más en este día. <¿Qué me pasa? ¿Acaso debo volver a hacer locuras para que los recuerdos del accidente se vayan de nuevo?>

Statham comenzó a mover una de sus manos por mi cabello y sin pensarlo llevé mis manos a su espalda para corresponder a su abrazo. Y nos mantuvimos así un momento, hasta que mis lágrimas y sollozos se fueron apaciguando.

Me separé con la cabeza baja, real y completamente avergonzada. Tomó mi cara con ambas manos y limpió el maquillaje debajo de mis ojos con sus pulgares. Luego limpió sus manos en su jean y yo sorbí por la nariz. Me sentía bien ahora y la sensación extraña del momento la envié en un avión hasta el polo sur.

—Tu camisa —lloriqueé. Se miró su prenda y vio la mancha oscura que había dejado mi maquillaje—. Lo siento.

Simplemente negó. No ha dicho nada. ¡Nada! No sé si le agradezco o si eso me pone más nerviosa.

—¿Quieres ver algo increíble? —preguntó sonriendo. Y ahí estaban de nuevo aquellos hoyuelos.

—No me puedo ver a menos que esté frente a un espejo —bromeé.

—Creída —molestó de vuelta y me hizo reír.

—Sí quiero.

Subimos a su Dodge y condujo lento, como sabiendo ya que la velocidad me afecta. Sin decir una palabra, casi media hora después llegamos a una maravilla, al lado Oeste del American College y muchísimo más lejos. Observé anonadada el lugar y comencé a dar pasos sin mirar el camino y sólo a mi alrededor.

Un terreno llano y extenso se entendía frente a mis ojos con una especie de lago pequeño en el centro. Había varios puentecitos y bancos, además de casetas y de farolas en fila que formaban caminos. Pocas personas vagando a lo lejos y el lugar, simplemente fantástico gracias a la naturaleza.

—En la noche y en navidad es bueno —comentó de pronto y regresé a mirarlo con una sonrisa. Estaba arrimado a su Dodge con los brazos cruzados observándome. —Llenan de luces el lugar y se ve aún más genial.

—Ya es increíble incluso ahora —Mi emoción se desbordaba, ya que nunca había venido a este lugar.

—Ven. —Me hizo un gesto con la cabeza y seguimos caminando por debajo de las farolas. —Este lugar es un poco más para los citadinos. La verdad no es uno de los atractivos principales que tiene San Diego para ofrecer a los turistas, así que, tal vez eso es lo que lo hace genial; que es considerado un simple parque para caminar, para aquellos que somos residentes.

—Pues me encantó. Gracias por enseñarme este lugar —sonreí—. Aún me siento como una turista y a duras penas puedo llegar a casa de mi abuela o la mía. Y eso, dependiendo el lugar en el que me encuentre o gracias al bendito Google Maps.

—Lamento haber mencionado a tu madre de esa manera aquel día. —Su comentario repentino y casi en susurro me agarró por sorpresa.

—Ya te disculpaste minutos después de que pasara —recordé. Tal vez hablar de mi abuela, le recordó a mi madre.

—Lo sé. Es sólo qué... sentí la necesidad de hacerlo de nuevo ahora que... comprendo.

Asentí con la cabeza, aunque no estoy segura si él se dio cuenta o no de mi gesto.

AMERICAN COLLEGE ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora