78) Probabilidades.

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En la parte trasera del coche de Ikel, estaban tres botellas medianas de alcohol.

—¿Sólo eso? —chilló Madeline al bajar del Toyota gris.

—Es bastante fuerte —advirtió mi tío. Llevaba una camisa de cuadros azul con rojo y no importa cuántas veces lo observe fijo; no logro acostumbrarme a su corte de cabello. Ahora es más bajo, lo peina hacia arriba y me deja ver su frente. Skyler, por su parte, mantiene su estilo lacio y castaño. Lo único diferente, parece que sus cachetes han aumentado.

—Vamos al salón de la residencia. Quizá esté vacío —musita Madeline.

Al menos diez personas más están ahí, y la verdad no me apetece echarme a llorar frente a otros. Conozco a uno de los chicos del grupo, pero no estoy con ánimos de acercarme a entablar relaciones y hacer nuevos amigos. No hoy.

Terminamos en mi habitación y Skyler se lanza boca abajo sobre mi cama. Ikel se sienta al revés en una silla giratoria y Madeline y yo nos desplomamos en el piso. Abrimos la primera botella y empezamos a beber.

* * *

Mi cabeza va a explotar y mi cuello se siente fatal. Un dolor en la cintura va a terminar conmigo y todo por la segunda borrachera terrible que me doy en mi vida. Quiero vomitar, pero no me puedo mover. Ni siquiera puedo abrir los ojos. Sólo sé que estoy sentada y con mi cabeza colgando hacia la derecha.

Me remuevo con cuidado y mi cuerpo sufre. He dormido en el piso, en la parte baja de la cama y he permanecido, al parecer, con mi cabeza y mi cuerpo inclinado hacia un lado. El dolor de mis pobres músculos es fatal.

Recuerdo pocas cosas con claridad, y otras son borrosas.

—¿Por qué tardaste tanto? —reclama Skyler a Ikel—. Avanzas recto y luego a la derecha.

—Me perdí —admite él, rascándose la cabeza—. Tomé el camino de la izquierda y los baños nunca aparecieron. Pero me encontré a una chica y terminamos en los baños.

—Qué rápido eres —molesta Madeline.

—Estaba sujetando su cabello mientras ella vomitaba —cuenta Ikel—. Una rara experiencia. Y sólo sé que se llama Elly.

—Algo es algo —murmuro—. Aunque estoy segura que aquella chica no se acordará de ti mañana.

—No importa. ¿Jezy y Chloe ya colgaron?

—Si —Hago un puchero. —Te desean un feliz año también. Y dijo Jezy que le estás debiendo una apuesta o algo así.

—Sí, sí, sobrinita. Y bueno, ¿En qué estaban?

—Las chicas estaban por contarme qué pasó con el acosador de Lola —cuenta la pelinegra.

—Al final no pasó nada —comento, quitándole la botella para poder beber.

—A ti no te pasó nada —interrumpe Skyler—. El pobre Dunn pasó en el hospital por varios días. Y tengo entendido que hasta el día de hoy no perdona a su hermana.

—¿Qué pasó con la perra esa? —pregunta Madeline, haciéndome reír. Pongo la botella en el centro y le cuento.

—Geovanny Dunn encontró a La Nata hablando con Lucas y Puthany. Claramente decían que querían hacerme algo a mí, así que él trató de impedirlo.

—Lucas claramente se volvió loco cuando Dunn los descubrió y advirtió que los expondría —continúa mi prima, y me pasa la botella para que dé un trago, otra vez—. A pesar de los pedidos de Nataly de que se mantuviera callado y al margen, Dunn avisó a la policía. Lucas y Bethany trataron de callarlo a las malas y, haciendo caso omiso a Nataly, lo hirieron.

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