5) Beso frente a La Nata.

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Skyler me baja del escenario de un tirón y me lleva hasta los baños, lejos del ruido.

—¿Qué coño fue eso?

Esperen. La de las malas palabras es Jezy, no ella. Eso, y su cara arrugada me indican que está muy enfadada. Pero, ¿por qué siento que a ella le molesta más que a los demás que yo me acerque a ellos? O, ¿por qué siento que en realidad a la única que le molesta es a ella? Aunque, tomando en cuenta que Skyler se enoja de más cuando algo se le sale de las manos, es entendible.

—Solo canté.

—¡Sabes que no estoy hablando de eso, Brika! —chilla de nuevo, respirando como perro rabioso—. ¡Primero, no tenía idea de que cantabas bien! Por cierto, cantas increíble.

Ella trata de mostrar algo grave porque no deja de menear los brazos de allá para acá. Quiero agradecerle, pero no es el momento.

—Segundo ¡Nosotros no tratamos con los R!

—Fue solo una canción —Empieza a molestarme la exageración.

—¡Pudiste bajarte de ahí! Y, tercero, ¡parecían una tonta pareja de enamorados cantando!

Mis ojos se abren por la sorpresa y retrocedo un paso.

—E-eso no es cierto.

—Sí, lo es —Ella camina de un lado a otro en el baño—. A muchos los volvieron diabéticos y a otros los hacían creer en algo que no existe.

—¿Creer en qué?

—En un amor verd...

Whoa, mami, alto ahí.

Esto es demasiado para mí alma indomable.

—Escucha, Sky. Ni siquiera mi papá me prohíbe llevarme con ciertas personas. ¡¿Por qué crees que les haría caso a ustedes?! ¡Ellos no les han hecho nada! No me han hecho nada. —Cuando termino mi corto discurso mi mano está dramáticamente sobre mi pecho.

—No es eso ¿sí? Lo siento, Brika. Es solo que... fue extraño ver a alguien cercano con un R.

Sus ojos cafés claros, igual que los de su hermano, me miran al fin. Tiene el ceño fruncido y la duda surcándole la cara.

—¿No crees que es momento de que, no sé... quieran ser amigos ambos grupos? —Aprovecho su guardia baja.

—¿Eso incluye a la Nata y sus cachorras?

—Obvio no.

Duda un momento en contestar. 

—No lo sé —Suelta un suspiro—. Pero y si termina mal...

Le atesto un manotón suave en el brazo y le pongo mala cara. Ya va con su pesimismo. Además, se lo merece. No me permitió disfrutar del sentimiento luego de haber cantado, ni tampoco de los aplausos.

Espero un momento a calmarnos y luego pregunto:

—¿Quién era esa que saltó sobre Statham?

—No me fijé.

—Le dijo hermano, creo.

Cualquiera puede llamar así a alguien y no ser de la misma sangre.

—Ah.... Tiene una hermana menor —dice, empujándome a la salida. Entonces si escuché bien—. Bárbara Statham. La Princesita R.

—¿Hasta tienen una princesa? —No puedo evitar reírme.

—Cállate.

—¿Cómo lo sabes? ¿No se supone que la vida de los R a ustedes les pasa desapercibida?

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