50) Extraña Resaca.

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(Brika)

Nada. No había dormido nada. Ni siquiera había conseguido cerrar mis ojos por al menos un minuto. Mi cabeza me estallaba y sentía muchísimo frío. Sin embargo, aquello no me ayudaba a ignorar el dolor de mi pecho. Había llorado, realmente demasiado poco para lo que esperé. Habían sido tan solo unos diez minutos de lágrimas sin tanto alboroto.

Me vestí con la ropa de pijama que llevaba antes de salir por la ventana y me envolví cada vez más en las cobijas. Y el frío a pesar de que la habitación, la casa, sean calientes, no cesaba.

Alguien tocó la puerta y arrugué el rostro. Parecía que cada golpe en ella era un martillazo en mi cabeza y luego la dejaba zumbando como si estuviese dentro de una campana.

-¿Lola? -Era mi hermana.

Logré emitir un sonido parecido a un "Hmm" y entonces ella abrió la puerta y asomó la cabeza por esta. La expresión de confusión en su rostro fue tan notoria que me pregunté si acaso yo estaría luciendo tan mal ahora. Tan mal como me sentía física y sentimentalmente. En pocas palabras, hecho mierda.

Entró en la habitación, con su uniforme de los martes, lista e impecable para ir a clases.

-¿Qué pasó cont... Estás sudando. -Entonces se calló y abrió sus ojos aún más que antes de estirar su mano y tocar mi frente. -¡¿Estás loca?! ¡Tienes fiebre! ¡¿Por qué no has avisado nada?!

Estaba molesta y se veía adorable. Me dieron ganas de apretar sus mejillas y llenarla de besos. Adoro a mi hermana. No sé qué haría sin ella. Pero lo cierto era que no me había percatado de que estaba sudando y tampoco de tener fiebre. Simplemente tenía frío y además era muy temprano. El dolor de cabeza era por llorar y tan mal me sentía debido al idiota de rizos que no presté atención de verdad al dolor externo. Mi cabeza daba vueltas y todo me confundía. ¿Así se sentirá una resaca por beber hasta perder la conciencia?

-Lo siento... -Conseguí decirle y esbocé una pequeña sonrisa.

Negó con la cabeza y salió corriendo de la habitación, escaleras abajo gritando: -¡Papá!

El jefe de la casa subió al minuto y tocó mi frente de inmediato. Venía preparado ya, pues colocó un termómetro en mi boca y esperó sentado a mi lado en la cama. Sabrina se asomó nuevamente en la puerta, con su mochila colgando de uno de sus brazos y me sonrió.

-El feo de Max pasará a recogerme con Sky, por suerte aún no se han ido al AC. -Se acercó a mi papá y dio un beso en la mejilla. Prosiguió a besar mi cabeza y sonreír. -Cuando regrese por la tarde quiero verte mejor.

Y corrió nuevamente cuando escuchamos el pito del Vitara de Maxxis.

Sólo en ese momento me concentré en la realidad: no iría a clases ese día. Y estaba agradecida, pues no quería ver a ningún R por ahora. Sí, a ninguno. De hecho, no quería ver a nadie ni soportar a nadie. Ni siquiera al hombre que permanecían callado a mi lado.

Al retirar el termómetro de mi boca, frunció el ceño y negó con la cabeza.

-Parece que te quedarás en cama un buen tiempo -Indicó el termómetro con total calma. -Realmente estás hirviendo.

* * *

Mi mañana empeoró cuando comencé a toser como loca y me faltaba la respiración. No podía ni siquiera dormir unos minutitos. Estar acostada sólo provocaba que mi pecho ronque y que el aire no entre. No sabía cómo acomodarme y me movía demasiado sin encontrar una posición cómoda y que me permita respirar. Ni siquiera la comida me pasaba con agrado.

Fatal. Llegado a ese punto ya me sentía fatal.

-No has tomado tus pastillas para las defensas -soltó un poco molesto mi papá luego de ver el frasco prácticamente lleno con mis pastillas para las defensas bajas. Aquellas que me tomaba por la noche y había dejado de lado desde hace bastante, no por descuido, simplemente creí que no las necesitaba tanto. Que luego las retomaría unos días y así sucesivamente. Mala idea. No poder respirar se sentía tan mal, que conseguía por buen tiempo olvidarme del idiota que me provocó un ataque de pánico hace menos de diez horas.

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