El interior de la casa seguía siendo blanco y plomo con toques negros y rojos. Igual que muchas decoraciones. <Lindo> Quise decirle.
—Mamá —llamó él y se quedó detrás de mí.
Una mujer de cabello rubio y ojos claros se acercó. Era más joven de lo que esperaba y se parece mucho a la princesita ya que ambas tienen el rostro fino y ojos pequeños, además de una melena lacia.
Más allá en un sofá, Bárbara estaba con un vaso en la mano y acurrucada a un hombre robusto de ojos claros y cabello muy corto, como para no diferenciar su color exacto ya que se veían unas cuántas canas.
La mujer me envolvió en un abrazo, medio saludo medio agradecimiento y susurró: —Gracias Brika.
<Así que sabe mi nombre>. ¿Cómo debo tomar eso? ¿Qué digo ahora? Ni siquiera me puedo mover. Siento que tropezaré de un momento a otro y caeré de rodillas.
—Es lo menos que podía hacer—respondí cuando me soltó.
—De verdad, gracias McVey —Escuché decir a Bárbara.
Asentí y no dije nada más, la cabeza me iba a estallar e hice una ligera mueca de dolor. <Ya agradeció. Ya me puedo ir, ¿verdad?>.
—Le duele mucho la cabeza —aseguró Bárbara cubriéndose aún con mi sudadera oscura y abrazada por su padre.
—Oh —expresó su madre. Me rodeó con un brazo, me llevó hasta el sofá y me obligó a sentarme junto a ella—. ¿Ya tomaste algo cariño?
Se me hace extraño tanta amabilidad de parte de los Statham. Pero lo cierto es que nunca he tratado de buena manera con el ricitos como para saber si él en realidad es así también, y fue muy maleducado de mi parte pensar que su familia debía ser igual a él y los R.
—Tomé una pastilla hace unas horas, pero no ha hecho ningún efecto.
—Edmond —llamó de pronto el señor de la casa. Sonreí con la cabeza un poco baja al escuchar su nombre. Sabía que ése era su segundo nombre ya que en la lista de la profe Ally lo vi, pero me causa ligera emoción escucharlo en voz alta. —Ve por una Aspirina y un vaso de agua.
—No hace... falta. —Tarde. Statham ya se había retirado.
—Con eso pronto te sentirás mejor Brika —Habló dulcemente la madre de ellos. A pesar de tener voz gruesa y escucharse firme, al mismo tiempo era reconfortante.
—Gracias señora...
—Annes —añadió ella—. Lamento no presentarnos. Él es Dave, mi esposo.
—Mucho gusto —Sonreí algo apenada. —Brika McVey.
—¿Te quedas a cenar, Brika? —preguntó Dave. Regresé la mirada a Bárbara esperando que hiciera una mueca de desagrado, pero ella asintió como pidiéndome que me quede. Y confundiéndome totalmente.
—Eh... Está bien. Gracias. Sólo llamaré a casa y avisaré.
—No hay manera de agradecerte lo que hiciste hoy por nuestra hija —comentó Annes mirando con ternura a la princesita. Mi dolor de cabeza empeoraba con cada gesto de ellos hacia ella, y mi corazón se rompía en cámara lenta.
Statham volvió con un vaso de vidrio lleno hasta la mitad. Me lo entregó y luego rasgó el sobre de Aspirina, echó la pastilla blanca en el agua y esperé a que se disuelva.
—Gracias... Statham. —respondí observándolo y sosteniendo el vaso con ambas manos, como si temiera que se hiciera añicos. De verdad quiero pensar que él es amable y que conmigo no lo es solo porque no trata con mi grupo de amigos. Esperó a que bebiera el contenido y luego se llevó mi vaso y el de su hermana.
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AMERICAN COLLEGE ✔️
Non-FictionBrika McVey ---una cerebrito muy distinta a las que describe la gente, puesto que le gustan las fiestas, las locuras, las bromas, la diversión y es súper sexy--- termina por mudarse a San Diego, el lugar donde en una noche de locuras y retos, besó a...