62) Pertenencias.

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El señor y la señora Moon no se encontraban en casa, así que, fuimos recibidos por Philipe, el prácticamente mayordomo. Probé la deliciosa pizza de "Richie's Pizza" y no podía desmentir a los demás. Era realmente exquisita. Vimos una película de ciencia ficción, elegida por Ikel, Shawney y Luigi y, posteriormente fuimos a hacer palomitas para continuar con el cine en casa.

—¿Qué es Zaruma? —pregunté en general. Harley, Jezabel y Maxxis giraron sus cabezas hacia mí.

—Una discoteca —respondió mi primo—. Más o menos como La Vasija, pero un poco más exclusiva.

—¿Por qué no me han llevado allá? —chillé y reclamé a su vez.

Harley me rodeó con sus brazos desde atrás mientras Maxxis se encargaba de sacar las palomitas.

—Pronto iremos —susurró en mi oído—. Todavía hay muchos lugares que no conoces.

Al volver a la sala de cine de Chloe, estaban recordando el cumpleaños de Shawney. Tomamos asiento y escuchamos a los demás hablar sobre aquella noche. Cuando Chloe fue lanzada a la piscina y la manera en que cantaban la canción de Toy Story. Los que lloraban y a cuántos encontraron desnudos en las habitaciones. Cuántos se besaron, cuántos lo hicieron...

—¿Qué ocurre?

Regresé a mirar a Harley ya que no entendía su pregunta.

—Acabas de soltar un gran suspiro —habló muy bajo para que nadie escuche.

—Nada —bajé la mirada hasta mis manos, avergonzada por lo que iba a decir a continuación—. Esa noche tú y Puthany, lo hicieron en una de las habitaciones de arriba.

Harley fue quien soltó un suspiro esta vez. Luego se puso de pie y tomó mi mano para levantarme y llevarme con él. Ignoró las miradas de sorpresa de los demás, quienes continuaban invadidos por los recuerdos de la fiesta y me llevó al patio trasero. Llegamos a las –tan especiales– gradas que nos llevan hasta la playa y nos sentamos ahí, uno al lado del otro, sin soltar mi mano.

—Ese día me di cuenta que me daba demasiado celos verte con alguien más —comenzó. No sabía si decir algo, detenerlo o escucharlo, pero más que eso, no sabía qué podría decir, ya que había algo más rondando mi cabeza.

—Ese día me llamaste puta —recordé triste. La verdad me había dolido mucho que me dijera eso.

Sus manos inmediatamente llegaron a mis mejillas y me obligaron a verlo a los ojos.

—Lamento tanto haberte llamado así. Estaba muy molesto, de verdad —pegó su frente a la mía y continuó hablando—, lo siento tanto si te herí. Fui un idiota, pero imaginarte con ese imbécil me puso como un loco.

—No te veías como un loco.

—Lo estaba, pero pretendía actuar como si no. No quería aceptar que me volvías loco. Sé que un día te dije que jamás tendría celos de ti, pero pasó Brika. Y sólo quería ir contigo y desquitar ese enojo. No sé, de alguna manera quería que te sintieras alterada, así como yo lo estaba. Por ti.

—Me estabas volviendo loca, Harley.

—Lo sé, lo sé. Y tú a mí. De verdad, necesito que me disculpes, por cada cosa que te he hecho. Cada vez que te lastimé, por favor.

Asentí suavemente y deposité un beso en su mejilla. Se puso de pie nuevamente y me llevó hacia la playa, exactamente al mismo lugar donde tuvimos esa discusión. Nos quedamos de pie, uno frente al otro y posteriormente tomó mis manos.

—Brika McVey —estaba nervioso de pronto y sus ojos no sabían a dónde mirar. Hasta que, tomó aire, acomodó sus rizos hacia atrás y acercó su cuerpo al mío. Me vi obligada a levantar la cabeza para poder observarlo a los ojos.

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