55) Luz verde.

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(Statham)

Aunque hubiese querido responder de inmediato, no lo habría conseguido. Mi garganta se secó y los sonidos que se oían a lo lejos de pronto desaparecieron. Estoy casi seguro de que no pestañeaba, o respiraba siquiera.

Sólo lo observé, tan desconcertado como me era posible, y tan triste y enojado por lo que su pregunta causaba en mí.

Las carreras lo han sido todo en mi vida hasta ahora, y lo seguirán siendo. Por más enamorado que esté de ella, sé que debe haber otra manera. Sé que él no puede realmente odiar algo que amó. Sólo está jodidamente dolido. Y no puede hacerme renunciar a nada, ni a la velocidad, ni a su hija. Mucho menos ahora que estoy seguro de que la quiero.

—Yo... —intenté hacerle saber todo lo que pensaba en aquel momento, pero nada salía. Y estaba seguro de que, si algo salía de mi boca, sería mal interpretado por ambos y terminaría lastimando a Brika, otra vez.

—No hace falta —dijo ella de pronto. Al mirarla, su cabeza baja me alarmó, pues sabía que ella había sacado ya sus propias conclusiones. Y él también.

—¡No! —musité de prisa, tomando su brazo con delicadeza antes de que se fuera. Bajé mi mano hasta la suya y presioné sus dedos para que me mirara mientras le decía con determinación: —Te quiero Brika, y voy a estar contigo.

Ambos, tomados de la mano, observamos de frente a Roger esperando su respuesta, pero no dijo nada. Se marchó y yo agradecí que no se diera cuenta la realidad de mi respuesta.

Sin embargo, Brika sí lo notó.

—Tu no renunciaste a las carreras, y él no se dio cuenta de eso —concluyó sin emoción, liberando mi mano y soltando aire—. Harley yo no quiero que tu renuncies a nada por mí. —Se abrazó a sí misma, desvió la mirada tan sólo un momento y continuó: —Yo te quiero de verdad y pedirte algo tan absurdo como que te alejes de las carreras porque te lo pide mi padre como condición o porque yo le temo a la velocidad, sería como no quererte. Yo te quiero por lo que eres, y ser corredor ya es parte de ti. Es lo que eres Harley y no voy a hacer que elijas.

No sabía qué decir. Me había dejado jodidamente mareado y encantado escucharla decir que me quiere, pero ella se estaba despidiendo y eso no iba a permitirlo.

Joder ¿Es que no se ha dado cuenta aún?

—Brika, yo no voy a renunciar a algo que ha sido, es y será siempre importante para mí —Debo hablarle sin rodeos y evitar que continúe pensando de manera equivocada—. Pero eso no significa que tú no seas importante y que vaya a dejarte.

Me acerqué a ella de prisa, llevaba días deseando tenerla cerca y ya no podía esperar más. La tomé del mentón y la obligué a mirarme a la cara. Debía explicarle el porqué de mi comportamiento estúpido aquella madrugada y al fin aclarar las cosas con ella. Me dolió el pecho al ver sus ojos hinchados y rojos por haber llorado tanto.

—Brika yo...

—¿Podemos ir a un lugar más abrigado? —pidió, sonriendo levemente y limpiándose las mejillas—, por favor.

Asentí. Con cautela, me atreví a tomarla de la mano y la guie hasta la salida.

—Mierda —solté entre dientes y cerré los ojos. ¡Qué estúpido! —Estoy en el Dodge.

—Yo te sigo —dijo recelosa al comprender la situación—, pero ve despacio, por favor.

Tardamos el doble de tiempo en llegar hasta mi casa debido a la velocidad en la que iba. Sentía punzadas crueles en el pie por no pisar más a fondo el acelerador, pero no podía obligarla a ir más de prisa. Finalmente, mi madre fue testigo de nuestra llegada juntos y la alegría plasmada en su rostro me hizo avergonzar ligeramente. Afortunadamente, la hinchazón en los ojos de Brika había pasado en su mayoría y mi madre no se había percatado de ello.

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