39) El inicio de los R

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Oscar solo negaba con la cabeza viéndonos a ambos. Su rostro se veía triste y enojado a la vez, y cerraba los ojos con fuerza y los abría para vernos de nuevo. Cada vez más arrugada su expresión. Me observaba directamente a los ojos y yo buscaba cualquier otra cosa qué mirar que no sean los suyos.

Harley se puso de pie en cuanto yo lo hice y permaneció en silencio. <Oscar> Quería decirle, en voz baja, pero me mantuve callada.

—Diría que me sorprende —soltó Oscar luego de un momento, enviando al demonio el silencio insoportable, aunque la tensión seguía. Era algo que no había sentido antes y me fastidiaba. Al menos no tensión por sentirme culpable de algo, sino más bien, respecto a ser infiel.

—Ella no te estuvo engañando —Harley musitó con un tono medio y de reojo noté que Oscar volvió a negar.

No me miraba.

Ya no me miraba.

—Oscar... —Salió su nombre de mis labios como un susurro. —...Lo siento.

—No —Se encogió de hombros. —Yo lo siento. —Mis ojos se encontraron con los suyos, que brillaban un poco. No podía creérmelo. O quizá era yo sintiéndome mal -de verdad- y mis ojos querían empañarse. —Sabía que no era cualquier cosa... todo eso... entre ustedes.

—Lo siento... —repetí más suave.

Nunca me imaginé siendo infiel. Nunca. Me había dicho a mí misma que no le sería infiel a Oscar y me abstuve en varias ocasiones de besar a Harley. Y me siento un poco confundida al respecto pues es raro decirle <Lo siento> a alguien por haberle engañado, pero de una u otra manera agradezco que esto se termine. Es un obstáculo menos para besar a Harley cada que yo quiera, aunque tristemente no seamos novios.

—Déjalo Brika —Al ver que Harley abría la boca para decir algo, añadió, un poco más frío: —Tú también déjalo. Ya está.

Dio media vuelta y se alejó.

<Ya está>. Así como dijo Oscar – mi EX – <Ya está>. Solté aire procesando lo que acababa de pasar y pestañeé por si lágrimas que no tenían lugar quisieran escaparse. Me giré hacia Harley y miré lo que sea que no fueran sus ojos. Hasta que mi mirada cayó en su boca.

—Déjame ver —susurré.

Miré sus labios, pero no me pasó desapercibido su ceño fruncido. <¿Qué le confunde?>

—Creí que ibas a mandarme al infierno —habló suave mientras mi pulgar derecho rondaba por encima de su labio inferior manchado con sangre, pero sin atreverme a tocar. Incluso cuando lo había besado y había saboreado lo metálico. —Acabas de serle infiel.

Rocé con delicadeza la comisura de su boca que se mostraba lastimada.

—Fui yo la que te besó —Le miré a los ojos y sonreí. O lo intenté. —Gracias.

Pestañeó lento como si no entendiera mis palabras.

—¿Qué? —Tuve que preguntarle. —¿Por qué me miras así?

Alargó su mano y colocó un mechón de mi cabello detrás de la oreja. No sé en qué momento comencé a mirarle a los ojos de nuevo, tan fijamente, pero ya no podía apartar la mirada. Estaba envuelta en un verde esmeralda y luego mis labios estaban enredados con los suyos. Los botones verdes se perdieron en cuanto ambos cerramos los ojos. Su mano permaneció en mi mejilla y mis manos en algún momento se habían movido hasta su cuello. No sé si tengo mi cabeza hacia la izquierda o permanecía quieta. Me besaba despacio y me sentía flotando. Se alejó tan lento de mí, sonrió y me provocó una estúpida sonrisa de igual manera.

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