(Brika)
Atrapó mis labios con delicadeza y saboreó mi lengua. Poco a poco se fue ubicando sobre mi cuerpo nuevamente, con cuidado de no dejar caer todo su peso. Mis manos recorrieron su espalda y al sentir como presionaba contra mí, levanté mis caderas a su encuentro. Todo mi cuerpo respondía al instante. Y sentía claramente como suplicaba entrar ya.
Sus labios recorrieron desde mis mejillas, hasta mis hombros, marcando un camino de besos. Mi piel disfrutaba del roce suave de sus dedos, deslizándose por todas partes, transmitiendo amor con aquel pacifico gesto.
Lo amo. Dios, en serio lo amo.
Su mirada es cálida, y a su vez, lujuriosa. Me mira, me besa, me toca, vuelve a mirarme, vuelve a posar sus labios en los míos. Acaricia mi piel, entrelaza nuestras piernas, nuestras manos.
Un suspiro se me escapa y entonces sonríe. Atrapa mis labios y su ansiosa lengua se hace presente. Se ubica en el centro y abrazo su cuerpo con mis piernas, invitándolo a entrar en mí. Gruño, esperándolo, deseándolo.
Jadeo en su boca al sentir como se desliza en mi interior con cuidado. Sus movimientos son tranquilos conforme deja besos por mi rostro. Una de mis manos encuentra la suya y las entrelazo. Mi cuerpo reacciona a sus caricias y el agarre de mis piernas en su cuerpo se fortalece. Su boca llega a mis pechos y disfruto de sus besos, su lengua y sus dientes jugando con ellos. Empuja contra mí un poco más ansioso y me obliga a morder mis labios para no soltar gemidos exagerados. Envío lejos el edredón que nos cubre y llevo mis manos a su trasero, apretando y empujándolo más contra mí.
Ninguno habla. Se dedica a mirarme y a entrar en mí con tal delicadeza, que no hay punto de comparación lo que hicimos en la ducha. Cierro los ojos cuando deja besos por mi cuello y todo me vence. Sujeto su cabeza y la atraigo hacia mí para besarle. Mi lengua pide permiso y se le concede el paso. Lleva una de sus manos a un costado de mi cadera y sujeta firme mi cuerpo, la otra se enreda en mi cabello y la fuerza y rapidez de sus embestidas aumentan sin tornarse salvajes. Me besa fuerte esta vez. Dobló mis rodillas y apoyo mis pies a cada lado de mi cuerpo mientras me aferro a él con los brazos.
Cada movimiento en medio de una caricia, cada embestida mientras mi mira, me hace respirar más lento, o quizá con más rapidez. No lo sé. Estoy mareada por él. Lleva mis brazos sobre mi cabeza y sujeta las muñecas con una mano mientras con la otra se apoya para poder levantar un poco su cuerpo.
Sonríe y tira de mi labio inferior. Cierro los ojos y continúo disfrutando de la manera en que hacemos el amor, en la cama, y entonces algo sale desde lo profundo de su garganta. Algo ronco, sexy, excitante. Empuja con más fuerza y sin pedir permiso, gimo. Un efecto que él provoca en mí, que no puedo controlar y que, además, envía por la borda el auto control que Harley tenía.
Antes de ser consciente, me aferré a él con todo lo que podía y me estremecía. Sus movimientos continuaban y me detuve a observar cómo se unían nuestros cuerpos en cada embestida. Más rápido, cada vez más rápido y con más ímpetu. Su mano agarró fuerte mi cadera y apretó sus labios al cerrar los ojos y correrse. Su cadera me brindó suaves movimientos y escondió su cabeza en mi cuello.
—No podía controlarme más —susurró—. Lo siento, pero de verdad no podía.
Dejé un beso en su mejilla antes de levantarme con cuidado y correr al baño a limpiarme. Al volver, Harley ya estaba acomodado en mi cama con su camiseta puesta y esperó a que me ponga encima un suéter. Levantó las cobijas para que me acurruque junto a él, y lo hice.
—¿Qué ocurrió allá... con el imbécil de tu hermano?
—¡Harley! No es imbécil, es.... —¿Acaso puedo contradecirlo? Sonrió y se encogió de hombros. —Mientras tu hablabas con mi papá, quien sabe dónde, yo hablaba con él. Y todo está bien. Evan es mi hermano, otra vez.
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AMERICAN COLLEGE ✔️
No FicciónBrika McVey ---una cerebrito muy distinta a las que describe la gente, puesto que le gustan las fiestas, las locuras, las bromas, la diversión y es súper sexy--- termina por mudarse a San Diego, el lugar donde en una noche de locuras y retos, besó a...