40) Gustar, encantar, querer.

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(Statham)

Si hace cinco meses me hubiesen dicho que iba a estar diciendo barbaridades lo más parecidas posible a algo cursi, no me hubiese reído. Solo hubiese golpeado a puño cerrado a aquella persona que estúpidamente lo dijo.

Y ahora, estaba con la chica más guapa, loca y dulce que haya conocido en mis casi dieciocho años, sujetándola de la cintura mientras ella me miraba fijamente a los ojos y me sonreía.

Es sexi, y lo sabe, pero no te lo restriega en la cara como lo hace el resto de chicas tontas y huecas – como dice ella –. Sí, sé que las llama de esa forma. Me encanta observarla, escucharla. Y demonios, su sonrisa me encanta. Su voz. Su risa. Sus ojos. Ella. Toda. Me encanta. Pero solo quiero quedarme en silencio y besarla de nuevo.

Acomodé su cabello detrás su oreja y llevé mi mano a su mentón. Lo sujeté suave y acerqué mis labios a los suyos lentamente.... Ya casi...

—Última vez... —Escuchamos la voz de Roger. —...Que se los digo.

Me quedé quieto y sentí claramente como ella se paralizó. Sus ojos se abrieron y tomándome mi tiempo regresé a mirar a su padre. Estaba serio. No tenía expresión molesta como la noche que me dijo que me aleje. O como hace rato mientras cantábamos.

Brika se alejó despacio de mí y él volvió a molestar.

—No querrás que te cambie también de colegio... ¿O sí Brika?

—No papá —respondió ella por lo bajo y se alejó hacia él.

Debo decir algo. Debería decirle algo a él, pero qué, si estoy casi seguro de que no me quiere cerca de su hija por ser corredor. Y no pienso dejar de hacer lo que me gusta, aunque ella me encante.

(Brika)

Harley no decía nada. ¿Pero qué podía decir de todas maneras? O decir algo yo.

Me entristece que no le diga algo o intente hablarlo con él, aunque no debería molestarme realmente y mucho menos sentirme mal dado que no somos novios.

—Podría al menos decirme por qué —pidió el R. Sorprendiéndome y alegrándome un poco ya que no me estaba gustando el incómodo silencio. Yo a mitad de camino entre Harley y mi papá. El cuello me dolería de tanto mirar a ambos lados, pero no quería perder de vista a ninguno.

—Podría darle esa explicación al novio de mi hija —Se encogió de hombros mi padre, sin dejar de mirarle a los ojos. Un choque de azul y verde. —Pero no lo eres.

No sé cómo lo supo mi papá, pero fue como un apretón en el corazón que lo haya dicho en voz alta. Harley no era mi novio. Yo era su vacile. La nueva chica a la que besar.

—No —dijo Harley y mi mirada llegó a él—. No lo soy —Ahora me miraba a mí y mi bombeador de sangre palpitaba más lento. —Pero si lo fuera..., —Volvió a mirar a mi padre— ¿Lo permitiría?

—Por supuesto que no —gruñó mi padre. Se acercó de prisa a mí y sujetó con fuerza mi codo, arrastrándome lejos. Quería quejarme, pero solo movía los pies para ir a su paso.

Regresé a mirar a Harley, con el pensamiento estúpido de que viniera detrás para enfrentarse a mi padre por tironearme así, pero Lewis, que al parecer había llegado en el momento oportuno, lo tenía sujetado de los brazos impidiendo que nos siga. Al parecer lo que creí, si hubiese ocurrido de no ser por el R ojos celestes. Harley no dejaba de observarnos mientras mi padre me jalaba con fuerza y yo apretaba mis labios para no chillar y llamar más la atención del resto.

—Olvídate de las salidas —sentenció mi padre—. Me desobedeces una vez más y consigo dinero incluso robando, para enviarte a algún internado en otro continente.

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