64) La confesión de Skyler.

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Después de saludar con la mayor brevedad posible, disimulé mi mala cara al joven visitante, me disculpé un momento y corrí a mi habitación para llamar a mi prima. Tuve que intentarlo dos veces, pues al parecer se estaba duchando temprano.

—Pero date prisa —insistía luego de explicarle la situación.

—Ya voy, ya voy —Me la imaginaba rodando sus ojos al otro lado de la línea. —Menos mal me llamaste antes de ponerme el pijama.

—Trae cuadernos para disimular que te ayudaré con alguna tarea. Por favor, por favor, por favor.

—De acuerdo, en diez llego.

Suspiré y lancé mi teléfono a la cama luego de colgar. Bajé nuevamente al comedor y Sabrina ya tenía listos los cubiertos en la mesa. Ahora entiendo por qué mi padre tardó tanto en la cocina hoy; él preparó un delicioso pollo al horno, con papas gratinadas más dos ensaladas y varias salsas y vinagretas.

—Skyler está por llegar —avisé a mi papá. Le hizo una seña a mi hermana ya que se encontraba más cerca de la vajilla y la pequeña rubia se acercó para poner un plato más en la mesa junto con más cubiertos.

Destaparon la botella de vino que Romel Henderson se molestó en traer y proseguimos a comer una vez que llegó mi prima.

—Buen provecho —comentó mi hermana. Todos respondimos de la misma manera.

Sentía la mirada de Arthur Henderson sobre mí ya que estábamos frente a frente. <¡Así no se puede comer, por Dios!>.

—Me resulta bastante extraño comer con el director —soltó mi prima.

Henderson sonrió y lo tomó de buena manera.

—A veces hasta yo olvido que tengo una vida fuera del American College —de inmediato miró a su esposa y se rió—. Ella se encarga de traerme de regreso cada vez que llego a casa.

—Si no lo hiciera —comentó la Sra. Henderson—, me hablaría de lo mismo todo el tiempo.

—No sé si Brika te comentó que fueron ella y Harley quienes dieron la propuesta para el Baile de Gala del AC. —Esta vez se dirigía a mi padre y la molestia que tenía porque la mirada de Arthur no me permitía comer, se esfumó de inmediato.

—No, no lo hizo.

—No tuvimos la oportunidad —hablé de prisa sin mirar al hombre de la casa. Han pasado ya dos días desde eso y seguramente ellos se preguntarán por qué no se lo comenté.

—A mí me resulta una idea refrescante, fantástica —elogió la mujer adulta en la mesa.

—¿Qué talento presentarás tú, Brika? —Ante la pregunta repentina de Henderson, mi cubierto quedó a medio camino antes de llegar a mi boca.

—Ella va a cantar —respondió Sabrina al darse cuenta que me quedé sin palabras.

Asentí con cautela y esta vez mi prima comentó: —Tiene una voz increíble. El director ya ha tenido el gusto de escucharla.

—Por supuesto —respondió Romel—. Ese es un talento que debe compartirse.

—Me gustaría saber de dónde salió ese gusto por cantar —No miré directamente a mi padre, pero la pregunta se la hice a él.

Sin embargo, el director Romel fue quien respondió.

—De tu madre, claro está.

—¿Ah, sí? —cuestioné demasiado entusiasmada.

—Ella sólo cantaba frente a sus amigos. Era bastante tímida.

Todo el amor del mundo se desbordaba de mí hacia mí padre y quería transmitirle un "Gracias por compartir eso conmigo" sólo con la mirada. Asintió brevemente y eso fue todo lo que necesitaba para continuar con la cena ignorando a Arthur.

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