42) Luces girando.

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(Brika)

Emoción.

Eso es lo que siento en este momento.

Me rodea con sus brazos mientras mi cabeza descansa en su pecho. Delicadamente y de manera casi imperceptible, pasa sus dedos a lo largo de uno de mis brazos, desde mi hombro. De no ser por aquel suave roce, pensaría que está dormido.

¡Me dijo que me quiere! Y mi corazón aún late con fuerza por eso. No puedo parar de sonreír al recordarlo y, más aún, de tenerlo aquí conmigo todavía.

Quizá hemos dormido un poco, pero llevamos al menos media hora en un silencio cómodo y ya deben ser casi las tres de la mañana.

—Comienzo a sentir frío —admití.

Con suavidad se giró hacia mí y me sonrió. Seguido se agachó a recoger algo y me lo estiró. No lo agarré tan rápido, puesto que estaba idiotizada viendo cómo de hermoso luce en la madrugada.

—Ponte eso —Era mi blusa y tardé en reaccionar y tomarla. Creo que lo notó ya que soltó una risita divertida. —No te vayas a resfriar o algo parecido.

—Gracias.

Al final, ambos nos pusimos casi toda la ropa y nos hicimos uno solo envueltos en las cobijas.

No quiero ni tengo intenciones de moverme de aquí. Definitivamente.

—¿Por qué no hay nada en esa pared? —Quiso saber. Hizo un gesto hacia adelante, hacia la pared vacía de mi cuarto.

—No lo sé. No tenía idea de qué poner ahí. Nada me convencía, supongo.

—Me recuerda a la mía. —Instantáneamente viajé hasta su habitación y recordé su pared vacía. —Deberíamos hacer algo al respecto McVey.

—¿McVey otra vez? —Le miré divertida y con mi ceja levantada.

Sonrió.

—Sí, pero hay una diferencia ahora.

—¿Y cuál es?

—Que ahora no me quedaré con las ganas de besarte. —Su mano pasó suave por mi mejilla y me acerqué a él.

—¿Te quedabas con las ganas? —susurré, demasiado cerca de sus labios.

—Vivía con ganas de besarte.

Y me besó.

Cerró sus ojos y sus labios atraparon los míos tan delicadamente que me estremecí.

—Y ahora podré besarte siempre que quiera y tú podrás hacerlo también. No me negaré. Te daré ese gusto y ese placer. —Me reí al ver su cara de superioridad, pero divertida.

—Ten por seguro eso. —Mantuve una sonrisa, hasta que recordé mi horario nuevo. —Tienes que saber algo —Su precioso rostro se arrugó ligeramente, queriendo saber más. —Ya no seré tu compañera desde el lunes.

—¿Qué? —Eso fue alterado, pero con tono bajo. —¿Por qué?

—Mi papá me cambió al C. —Me encogí de hombros. —Y el director Henderson está de su lado, así que no me podré acercar a ti ni a nadie que te rodee.

—Dime que Ikel no está incluido. —Era una especie de pregunta, pero en el fondo él ya lo sabía.

—No puedo ir ni a casa de mi abuela. —Con eso se lo hice saber. Absolutamente nada de R en mi vida a partir de ahora. —Si no lo hago, me cambiará de colegio.

Sujetó mi rostro con ambas manos y mirándome fijamente a los ojos, susurró: —Yo no podría dejar de verte Brika. Ya no.

—Voy a encontrar la forma de vernos Harley —aseguré. Aunque no tenía idea de cómo.

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