66) Malentendido.

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—¿Qué ocurre aquí? —preguntó Bárbara con un semblante serio. ¿Qué está pasando por su cabeza para que me mire de esa manera?

Me acerqué a ella y restándole importancia murmuré:

—Dunn intentó contarme un chiste.

Me propuse tomarla del brazo y caminar junto a ella hasta la cafetería, pero continuaba sería y se disculpó antes de ir por otro camino. Y me dejó ahí, parada sola.

—Suerte hoy, McVey —habló alguien a mi lado. Sonreí y agradecí a la pareja que pasaba abrazada, pero no estaba concentrada. Además, mi celular vibró indicando un mensaje.

<<De: Cachorro.
Pendeja jaja
Sé que ya te lo dije, pero suerte otra vez>>.

Envié un mensaje a Brandon agradeciendo de nuevo y cuando lo noté, ya estaba en la cafetería. Me acerqué a la enorme mesa que ya ocupaban mis amigos y me senté. Harley tomó mi mano y sonrió antes de continuar platicando con Ikel y Luigi.

Bárbara no estaba.

Chloe estaba muy nerviosa y empezaba a arrepentirse de haberse postulado. Lewis, a su lado, intentaba tranquilizarla y, Jezabel y su novio estaban alejándose uno del otro. A simple vista, parece que están enojados.

—¿Y Barbie? —pregunté a Harley.

—Dijo que tenía algo que hacer.

No dije nada más sobre el tema y me concentré en conversar sobre cualquier cosa, hasta el momento de las votaciones.

* * *

En cada aula de computación entraba un curso completo, por ende, por ser siete salones en total, las votaciones avanzaron rápidamente.

—No sé por quién votar —chilló una de las chicas de Senior B.

—Yo votaré por...

—¡Eh! —callé a Jensui—. No lo digas, por favor. Empiezo a ponerme nerviosa.

Harley me abrazó por la espalda y se despidió de mi, pues Senior A estaba por entrar en el aula para votar finalmente. Y enseguida, pasó el B y el C.

* * *

En la tarde, estaba emocionada por ir de compras con las chicas. La idea de buscar el vestido de gala perfecto, me importaba muchísimo más que el resultado de las votaciones. Al llegar a casa, coloqué dentro de un florero la rosa que me dio mi novio y la llevé al ático para dejarla sobre el velador junto a mi cama. Me despojé del uniforme del AC y me metí de prisa en un vestido rojo estilo A. Me coloqué algo encima para cubrirme un poco de la brisa de la tarde y finalicé con unas converse blancas. Dejé mi mochila y agarré un bolso pequeño.

Desesperada, en la puerta de la casa comencé a llamar a mi hermana.

—Sukaaaaaaaa —No bajaba. —¡Sabrina! —Nada. —¡SUKA!

La pequeña rubia comenzó a bajar los peldaños con muy mala gana y una cara de amargura total.

—¿Y a ti qué te pasa?

—Nada —gruñó hacia mí con un tono que detesté.

—Ey, ey, ey —Intentó pasar directo sin mirarme siquiera, pero mi brazo se lo impidió. —¿Qué pasa?

—Yamileth —murmuró.

—¿Qué pasa con ella? ¿Se pelearon? ¿Qué...

—Se puso a decir cosas que no debía. No quiero hablar ahora.

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